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Akal / Historias

Barbara D. Metcalf / Thomas R. Metcalf

Historia de la India (3.ª edición)

Traducción: Ashok Beera

Actualización de la traducción: Alfredo Brotons Muñoz

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Dos prestigiosos historiadores, Barbara Metcalf y Thomas Metcalf, han vuelto a unirse para actualizar su Historia de la India, una obra que sigue siendo un referente para profesionales, estudiantes y curiosos de todo el mundo. En esta tercera edición, un capítulo final presenta los espectaculares cambios que el país ha vivido desde 1990 hasta las elecciones generales de 2009, años del crecimiento vertiginoso de la industria tecnológica en un país donde persisten la pobleza y los conflictos políticos. La narración se centra en los cambios de las estructuras institucionales que, sucesivamente, han sostenido y transformado la India, primero bajo el dominio colonial británico y luego, después de 1947, como un país independiente. Y entretejido, se revela su desarrollo social y económico, así como su rica vida cultural.

En resumen, es esta una obra de lectura amena y ágil, ricamente ilustrada, que constituye una lectura esencial para cualquier persona que quiera comprender la India, su pasado turbulento y sus incertidumbres actuales.

Barbara D. Metcalf es profesor emérito de Historia en la Universidad de California, Davis. Es especialista en el periodo colonial y de la historia de la población musulmana de la India y Pakistán. Entre sus publicaciones destacan Islamic Revival in British India (1982) e Islamic Contestations: Essays on Muslims in India and Pakistan (2004).

Thomas R. Metcalf es profesor emérito de Historia en la Universidad de California, Davis. Es especialista en la India colonial y el imperialismo británico. Entre sus obras destacan Ideologies of the Raj (1997), Forging the Raj: Essays on British India in the Heyday of Empire (2005) e Imperial Connections: India in the Indian Ocean Arena, 1860-1920 (2007).

Diseño de portada

RAG

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Nota editorial:

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Nota a la edición digital:

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Título original

A Concise History of Modern India. Third edition

© Ediciones Akal, S. A., 2014

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4349-2

Prefacio a la tercera edición

La primera edición de Historia de la India apareció en 2001, y se ocupaba de acontecimientos ocurridos hasta el final del siglo XX en 2000. En 2006 apareció una segunda edición, titulada Historia de la India moderna a fin de ajustarse más precisamente a su contenido. Esa edición abordaba la historia de la India hasta 2005 e incluía el relevo en el gobierno del BJP [en sus siglas inglesas, Bharatiya Janata Party = Partido Popular Indio] por el Congreso, liderado por Manmohan Singh, el año anterior. Agradecemos inmensamente la entusiasta respuesta con que profesores, colegas y estudiantes han acogido este libro durante los últimos 10 años. Aunque no concebido con tal propósito, para nuestra agradable sorpresa son muchos los cursos universitarios que en el sur de Asia han adoptado Historia de la India moderna como libro de texto.

Esta tercera edición ha dejado intacto el material de los capítulos 1 al 8 hasta 1989. Estos capítulos los revisamos a fondo para la segunda edición, en la cual enriquecimos nuestro relato con nuevas perspectivas y nuevas investigaciones. Aunque en los últimos años han aparecido una considerable cantidad de estudios importantes sobre los periodos colonial y nacional inicial, por no mencionar el siglo XVIII, no hemos considerado necesaria la revisión sobre esta cuestión. Sin embargo, el capítulo 9 y el epílogo se habían quedado muy anticuados y, para resultar útiles, requerían una revisión exhaustiva que equivalía a una completa reorganización. El actual capítulo 9 se ocupa del periodo de 1990 a 2000 como un relato continuo. Es más, se ha hecho un intento de reorganizar el capítulo de un modo temático más que totalmente cronológico. Sus dos secciones principales evalúan sucesivamente la naturaleza cambiante de la política india, con atención especial al ascenso del nacionalismo hindú, y el crecimiento y las consecuencias de la liberalización económica a lo largo de los 20 años desde la toma de posesión, en 1991, del gobierno de Narashima Rao. En particular reflexionamos sobre una alarmante polarización económica entre la prosperidad creciente en las ciudades y los profundos atrasos en el resto del país. Entre las más deprimidas se encuentran las poblaciones en gran medida tribales del interior central y el este de la India, donde en los últimos años se ha padecido una violencia endémica. El capítulo concluye con una ojeada a la fascinante cuestión de la rivalidad entre la India y China, los dos «gigantes» asiáticos que protagonizan el desplazamiento del poder económico global hacia el este. En esta sección nos hemos basado sobre todo en los escritos de expertos tan importantes como el economista Amartya Sen.

Hemos vuelto a mantener el prefacio a la primera edición porque contiene información sobre la historiografía y la geografía de la India que puede resultar útil para los lectores.

Queremos volver a dar las gracias a varios colegas que, con ocasión de la preparación de la segunda edición, nos llamaron la atención sobre errores o sugirieron temas que requerían más estudio. Se cuentan entre ellos Sumit Guha, Ralph Nicholas y Leonard Gordon. Taymira Zaman, ahora en la Universidad de San Francisco, colaboró con nosotros en Ann Arbor a fin de conseguir los permisos para las ilustraciones y crear un nuevo texto electrónico para la editorial. En la preparación de esta edición agradecemos la ayuda de Hannah Archambault y Emma Kalb, y los debates en Berkeley y Stanford con Lloyd Rudolph y Susanne Rudolph, Anupamo Rao y otros colegas. Manifestamos asimismo nuestra gratitud a Susan Bean, que nos ayudó a conseguir el permiso para utilizar la pintura de M. F. Husain que se ve en la portada de la edición inglesa. Como siempre, estamos en deuda con nuestra emprendedora y entusiasta editora, Margaret Acland, de la Cambridge University Press, que lleva trabajando con nosotros desde que este proyecto tomó forma por primera vez hace unos 15 años.

Prefacio a la primera edición

Presentamos aquí una historia de la India desde la época de los mogoles. Comprende, por una parte, la historia de lo que se conoció como la India británica, desde fines del siglo XVIII hasta 1947, fecha en la que el subcontinente se dividió en dos países independientes, India y Pakistán, y, por otra, la República de la India posteriormente.

En esta obra esperamos transmitir algo del apasionamiento que ha caracterizado al campo de los estudios indios en las últimas décadas. Cualquier historia escrita hoy difiere marcadamente de las de fines de los años cincuenta y principios de los sesenta, cuando nosotros, recién licenciados, «descubrimos» la India. La historia de la India, como la de cualquier país, se escribe mejor ahora, una historia más integral y con menos versiones determinantes. Los historiadores no solamente intentan incluir a una parte mayor de la población en sus relatos –mujeres, minorías, los desposeídos– sino que también se interesan por versiones históricas alternativas, determinadas por cosmologías específicas o por experiencias locales. Los historiadores sobre todo ponen en tela de juicio los relatos históricos forjados como sucedió en todas partes del mundo moderno por las impuestas visiones del nacionalismo. Las primeras historias de la India, escritas a partir de las décadas iniciales del siglo XIX, eran siervas del nacionalismo británico. Luego fueron cuestionadas y reescritas por los historiadores nacionalistas de la India. Todas estas historias, incluyendo las redactadas desde un punto de vista marxista, se vieron influidas por ideas de «progreso» y por lo que se consideraba un avance inevitable hacia los modelos de «modernidad» supuestamente ya conocidos, entre ellos el desarrollo económico y la democracia. En años recientes, los historiadores indios han tomado la iniciativa de apartarse de las viejas versiones, a costa según algunos de una continuidad cultural muy apreciada y de unos conmovedores relatos de heroísmo que fomentan el patriotismo. Lo que nos han dado en su lugar es lo que el destacado «subalternista» Partha Chatterjee denomina «fragmentos» de historia. Pero una historia así no es menos decisiva para la formación de una ciudadanía informada en una nación individual o en el mundo.

En esta breve historia nos centraremos en el tema, fundamentalmente político, de la «imaginación» de la India y en las estructuras institucionales que cambiaron y sostuvieron esa «India». De este modo procuraremos poner de manifiesto los cambios sociales y los valores culturales que se constituyeron en interacción con esa estructura política y con esa visión. Hemos decidido colocar la historia política y los hechos de la elite social en el centro de nuestra narración porque han sido la fuerza motivadora del cambio histórico. Un «subalternista» quizá insistiría no sin razón en que esta insistencia no hace justicia a las múltiples mentalidades y a las diversas experiencias vividas por la mayoría de la población de la India. El historiador Paul Greenough ha analizado recientemente un enigmático ejemplo del abismo que hay entre la historia política y la memoria individual. Los funcionarios del censo de la época colonial y posterior, observa, exigían el registro de las fechas de nacimiento a unas poblaciones que, en su mayoría, no conmemoraban este acontecimiento. Por lo tanto, el personal del censo suministraba a los encuestados listas de acontecimientos históricos para ayudar a sus recuerdos. Entre ellos figuraban eventos nacionales como la coronación de Jorge V o la proclamación de la República de la India, así como desastres naturales o elecciones corruptas. Estos últimos, en opinión de Greenough, resultaron ser los más útiles para despertar sus recuerdos del pasado y por lo tanto revelan una historia más «subalterna» que las versiones oficiales o de manual. Sin embargo, aduciríamos que, de múltiples maneras, las vidas de los encuestados para el censo eran inevitablemente determinadas por los alimentos que consumían y por las tierras que cultivaban en beneficio de sus hijos, por su existencia como súbditos del Raj colonial y después como ciudadanos del Estado independiente de la India.

Como tantos otros que han llegado a reconocer las teleologías implícitas de la historia «nacional», también nosotros reconocemos que la historia siempre se escribe, y por fuerza se reescribe, para servir a las necesidades del presente. Una de estas necesidades, a nuestro juicio, es mostrar que las ideas de sentido común sobre la continuidad, nutridas por el nacionalismo, deben ser sustituidas por la comprensión del carácter nuevo de las identidades modernas y los nuevos significados infundidos a antiguos términos («casta», «hindú», «musulmán» e incluso «India»). Esto es lo que el experto en ciencia política Benedict Anderson ha descrito como la gran paradoja del nacionalismo: que los estados-nación, un producto de siglos recientes, pretenden siempre ser extremadamente antiguos. Intentar demostrar otra cosa es en el caso de la India un verdadero desafío, pues los colonialistas británicos tenían un poderoso incentivo: convertir a la India en una tierra intemporal e invariable, en contraste con el declarado «progreso» de aquellos, mientras que los nacionalistas indios eran impulsados por un deseo igualmente insistente de reivindicar la sanción de la antigüedad para sus propios ideales culturales y políticos. No obstante, entender cómo se construyen nuestras culturas es esencial para tener una apreciable distancia respecto a lo que, de otro modo, parecería formar parte de la naturaleza. La que la historia puede hacer a la vida civil es una contribución decisiva.

Llamamos de manera especial la atención del lector sobre las citas extraídas y las figuras ilustrativas que se entretejen con el relato histórico. Los extractos representan «voces» de participantes de los acontecimientos que se describen. Los hemos tomado, siempre que ha sido posible, de obras fácilmente accesibles a quienes deseen explorar más a fondo estas fuentes. Ilustran los cambios en las modalidades de la expresión y la conducta contemporáneas. De igual manera, las reproducciones visuales no son simples «ilustraciones» sino que están concebidas para ofrecer una cierta percepción del mundo visual de la época, incluyendo los nuevos medios de comunicación.

Se han utilizado mapas para orientar al lector en los elementos fundamentales de la geografía de la India. Los rasgos físicos del subcontinente indio han influido en su historia en aspectos esenciales. Sus dimensiones –unos 3.600 kilómetros de este a oeste y otro tanto de norte a sur– explican la denominación de «subcontinente» que le han dado los cartógrafos europeos, cuyo «continente» apenas es mayor. El subcontinente indio, como la misma Europa, es un rasgo característico de la masa de tierra eurasiática, de la cual sobresale. A diferencia de Europa, sin embargo, la India quedó aislada por las imponentes cordilleras de Asia central, de modo que participó sólo de forma marginal en el tránsito de bienes y personas que a lo largo de los siglos fueron hacia el este y hacia el oeste cruzando las estepas.

A pesar de la permanente barrera que representaba para los viajes la cordillera ininterrumpida que se extiende desde los Pamires y el Karakorum, en el noroeste, pasando por el Himalaya central, hasta las montañas llenas de densas junglas de la frontera birmana, la India estuvo en constante interrelación con sus vecinos. Esta interrelación tuvo lugar habitualmente hacia el oeste, donde el Paso de Khyber y el de Bolán proporcionaron un fácil acceso a la meseta afgana. La civilización más antigua, conocida como la de Harapá o del Indo (cuya época culminante fue entre 2000 y 1500 a.C.) tenía estrechos lazos comerciales con Mesopotamia. Llegaron pueblos de Asia central al subcontinente en los siglos alrededor del año 1000 a.C., llevando una lengua indoeuropea que se extendió por la mayor parte de Europa. Como consecuencia, las lenguas que surgieron en la India septentrional y central comparten unos modelos lingüísticos fundamentales con las de muchos países europeos. Los griegos del tiempo de Alejandro Magno, seguidos de los sakas, escitas y hunos de Asia central y finalmente los turcos, mongoles y afganos, conquistaron el noroeste y a menudo se afincaron allí. También hubo movimientos de diferentes pueblos de la India hacia Asia central, sobre todo, de peregrinos y maestros budistas a Tíbet y China, así como mercaderes de artículos de lujo.

Los dos brazos del océano Índico –la bahía de Bengala y el mar Arábigo–, que definen los otros dos lados del triángulo indio, distinguen la región como espacio característico y como una zona climática específica, la de los monzones. Tomando su fuerza de las calurosas regiones ecuatoriales del océano Índico, las lluvias monzónicas azotan la India cada verano. La agricultura india depende casi por entero de estas lluvias, que varían enormemente en intensidad, desde 150-200 centímetros al año en la costa occidental y oriental y en las estribaciones de las montañas hasta sólo 37-50 centímetros en el Punjab. Sind y Rajastán, en el noroeste, quedan fuera de la influencia del monzón, de modo que son unas tierras casi totalmente desérticas. Los océanos también unieron a la India a sus vecinos. Los cholas, marineros del lejano sur del país, tuvieron gran importancia en la transmisión del saber budista y brahmánico de la India al Sudeste asiático. Los comerciantes indios aprendieron en fechas tempranas a navegar con los vientos monzónicos cuando cruzaban el océano Índico occidental. Desde 1498, año en que Vasco de Gama, guiado por un piloto gujaratí, llevó su barco a un puerto indio, los conquistadores europeos empezaron a llegar desde el oeste cruzando el mar.

Sus rasgos físicos, especialmente sus montañas y ríos, dividen a la India en regiones no menos diferenciadas que los diversos países de Europa. Estas regiones se caracterizan por poseer sistemas ecológicos, lenguas y culturas distintas. Los ríos de la llanura del Ganges corren paralelos al Himalaya y se unen para formar el sagrado Ganges, que fluye de noroeste a sudeste hasta desembocar en la bahía de Bengala. Esta región, una rica región agrícola conocida como Indostán, fue el núcleo de los imperios norteños y la meta de los invasores que entraban por el noroeste. La llanura indogangética, de más de 1.600 kilómetros de extensión, está compuesta por el Punjab, cuyos «cinco ríos» van al sudoeste y desembocan en el Indo; la rica zona de «doab» entre el Ganges y el Yamuna; y, en el extremo este, donde se une a él el Brahmaputra, procedente del Tíbet, la fértil y bien regada tierra del cultivo del arroz en Bengala.

La India septentrional está separada de la peninsular, conocida como Decán, por cadenas de colinas bajas, junglas de maleza y ríos que van hacia el oeste. Si bien no son una barrera tan imponente como el alto Himalaya, los montes de la India central permitieron que los pueblos asentados del sur, con lenguas derivadas de la familia dravídica, desarrollaran características culturales diferenciadas. Además, a diferencia de las extensas llanuras del valle del Ganges, la tierra del sur, con sus valles fluviales separados unos de otros por colinas, junto con las cordilleras costeras llamadas «ghats», contribuyó a que estos pueblos desarrollaran sus propios estados e incluso sus propios idiomas. A pesar de toda esta diversidad, sin embargo, en la Edad Media llegaron a la mayoría de las zonas del subcontinente elementos unificadores de lo que podemos llamar civilización índica. Nuestro libro se inicia con un examen de esta civilización medieval de la India.

Deseamos expresar nuestra gratitud a varias instituciones que pusieron sus instalaciones a nuestra disposición durante la redacción de este libro. Entre ellas se encuentran las bibliotecas de la Universidad de California en Berkeley y en Davis, la Ames Library, de la Universidad de Minnesota, la British Library y el Museo y Biblioteca Conmemorativos Nehru, en Nueva Delhi. Varios amigos y compañeros, especialmente Catherine Asher, Frederick Asher, Rebecca Brown y Narayani Gupta, nos han ayudado conseguir fotografías poco comunes para ilustrar el libro. Estamos especialmente agradecidos a Rachel Sturman, quien además de leer el original con detenimiento se hizo cargo de la tarea de buscar ilustraciones y obtener permiso para su uso.

Berkeley, California, 2001