Fundación Alexander Lowen

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Título original: The Way to Vibrant Health. A Manual of Bioenergetic Exercises

Traducido del inglés por Manuel Algora Corbi

Diseño de portada: María Pérez Aguilera

Fotografía de cubierta: iStockphoto.com

Composición ePub por Editorial Sirio, S.A.

Parte I LOS PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA BIOENERGÉTICA

Introducción ¿Qué es la BIONERGÉTICA?

La bioenergética es un modo de entender la personalidad humana en términos del cuerpo y sus procesos energéticos. Estos procesos, a saber, la producción de energía a través de la respiración y el metabolismo, y la descarga de energía en el movimiento, son las funciones básicas de la vida. La cantidad de energía de que dispongamos así como el modo en que la utilicemos, determinarán cómo responderemos a las situaciones de la vida. Obviamente, podemos afrontarlas de un modo más efectivo si tenemos más energía, capaz de ser libremente traducida en movimiento y expresión.

La bioenergética es también una forma de terapia que combina el trabajo con el cuerpo y con la mente, para ayudar a la gente a resolver sus problemas emocionales, y a comprender mejor su potencial para el placer y el gozo de vivir. Una tesis fundamental de la bioenergética es que cuerpo y mente son funcionalmente idénticos, es decir, lo que sucede en la mente refleja lo que está ocurriendo en el cuerpo, y viceversa. La relación entre estos tres elementos, cuerpo, mente y procesos energéticos, es mejor expresarla por una formulación dialéctica, tal como lo muestra el siguiente diagrama.


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Figura 1. Procesos energéticos


Como todos sabemos, mente y cuerpo pueden influenciarse uno al otro. El modo en que uno piensa puede afectar al modo en que uno siente. Lo contrario es igualmente cierto. Esta interacción, sin embargo, está limitada a los aspectos conscientes o superficiales de la personalidad. A un nivel más profundo, es decir, inconscientemente, tanto pensamiento como sentimiento están condicionados por factores energéticos. Por ejemplo, es casi imposible para una persona deprimida elevarse por encima de su depresión a base de tener pensamientos positivos. Esto se debe a que su nivel de energía está deprimido. Pero cuando su nivel de energía es elevado a través de una respiración profunda (su respiración estaba deprimida junto con las restantes funciones vitales) y la descarga de sentimientos, la persona sale del estado de depresión.

Los procesos energéticos del cuerpo están relacionados con el estado de viveza de éste. Cuanto más vivo se halle uno, más energía tendrá, y viceversa. La rigidez o la tensión crónicas disminuyen nuestra viveza, y menguan nuestra energía. Es al nacer cuando un organismo se encuentra en su estado más vivo y más fluido; al morir, la rigidez es total, el rígor mortis. No podemos evitar la rigidez que viene con la edad, pero sí la debida a tensiones musculares crónicas que resultan de conflictos emocionales no resueltos.

Todo estrés produce en el cuerpo un estado de tensión. Normalmente la tensión desaparece cuando se alivia el estrés. Las tensiones crónicas, sin embargo, persisten después de que el estrés que las ha provocado haya sido eliminado, bajo la forma de una actitud inconsciente del cuerpo o de un grupo de músculos. Dichas tensiones musculares crónicas perturban la salud emocional al disminuir la energía del individuo, restringiendo su motilidad (el juego y movimiento naturales y espontáneos de la musculatura), y limitando su autoexpresión. Resulta entonces necesario aliviar esta tensión crónica, si es que la persona desea recuperar su plena viveza y su bienestar emocional.

El modus operandi de la bioenergética incluye tanto procedimientos manipuladores como ejercicios especiales. Los primeros consisten en masaje, presión controlada y toques suaves para relajar los músculos contraídos. Los ejercicios están destinados a ayudar a la persona a entrar en contacto con sus tensiones, y liberarlas a través de un movimiento apropiado. Es importante saber que todo músculo contraído está bloqueando algún movimiento. Estos ejercicios han sido desarrollados en el curso de más de veinte años de trabajo terapéutico con los pacientes. Se realizan en sesiones de terapia, en clases y en casa, y quienes los llevan a cabo refieren un efecto positivo sobre su energía, su estado de ánimo y su trabajo. Nosotros, los autores, los hacemos regularmente para promover nuestro propio bienestar. Dondequiera que hayamos presentado estos ejercicios, por ejemplo, en seminarios para profesionales, la respuesta ha sido entusiasta. Constantemente se nos pide una lista y una descripción de los ejercicios. Este manual es nuestra respuesta a dicha demanda.

Deseamos recalcar, de entrada, que estos ejercicios no son un sustituto para ninguna terapia. No resolverán problemas emocionales profundos, que generalmente requieren ayuda profesional competente. Muy a menudo la gente que no está siguiendo una terapia y que hace estos ejercicios decide que necesita y quiere la ayuda de la terapia para solventar problemas que pueden haber salido a la conciencia durante su práctica. Pero tanto si estás haciendo terapia como si no, la ejecución regular de estos ejercicios te ayudará a aumentar significativamente tu viveza y tu capacidad para el placer.

Estos ejercicios pueden ayudarte a obtener mayor dominio de ti mismo, con todo lo que este término implica. Harán esto: aumentar el estado vibratorio de tu cuerpo, asentarte en tus piernas y en tu cuerpo, volver más profunda tu respiración, agudizar la percepción que tienes de ti mismo y ampliar tu autoexpresividad. Pueden asimismo mejorar tu figura, aumentar tus sentimientos sexuales y promover la confianza en ti mismo. Sin embargo, son ejercicios, no talentos, y en gran parte dependerá de lo que pongas en ellos. Si los haces mecánicamente, sacarás poco provecho. Si los realizas compulsivamente, su valor disminuirá. Si los llevas a cabo de un modo competitivo, no habrás probado nada. En cambio, si los haces con interés por tu cuerpo y para su cuidado, sus beneficios te asombrarán.

1 Vibración y MOTILIDAD

Tal como hemos indicado, la bioenergética es el camino vibrante hacia la salud, y el camino hacia la salud vibrante.

Por «salud vibrante» queremos significar no meramente la ausencia de enfermedad, sino la condición de estar plenamente vivos. Vibrantemente vivos quizá sea un término más adecuado, pues la vibración es la clave de la viveza. Aumentando el estado vibratorio del cuerpo a través de estos ejercicios, se ayuda a una persona a acercarse a esta calidad de salud.

Un cuerpo saludable se halla en un estado constante de vibración, se encuentre despierto o dormido. Contempla a un niño que esté durmiendo y verás finos temblores pasar sobre la superficie de su cuerpo. Puedes observar pequeños tirones bruscos en diferentes partes, el rostro especialmente, pero también en los brazos y las piernas. Los adultos también experimentamos a veces estos temblores o tirones. Un cuerpo viviente permanece en moción constante; sólo al morir se halla verdaderamente quieto. Esta motilidad inherente a un cuerpo vivo, que es la base de su actividad espontánea, resulta de un estado de excitación interna que está continuamente haciendo erupción en la superficie en movimiento. Cuando la excitación crece, hay más movimiento; cuando decae, el cuerpo deviene más tranquilo.

Conforme el estado vibratorio del cuerpo aumenta de manera coordinada, se desarrollan ondas pulsantes, que se extienden a lo largo del organismo. Estamos familiarizados con estas ondas en el latido del corazón, que pulsa a través de las arterias, y en el movimiento peristáltico de los intestinos, que es una onda pulsante. Pero no experimentamos a menudo las ondas que fluyen a través del cuerpo entero en estados de relajación plena o sentimiento intenso. En la relajación plena, ondas respiratorias pasan a través del cuerpo con cada inspiración y espiración (inhalación y exhalación). En estados de emoción fuerte, ondas de sentimiento corren por el cuerpo. Similares ondas pulsantes tienen lugar en el clímax del acto sexual. Usualmente, sin embargo, no nos permitimos a nosotros mismos relajarnos plenamente, respirar profundamente o sentir intensamente.

La vibración se debe a una carga energética de la musculatura, y es análoga a la sacudida que tiene lugar en un cable eléctrico cuando una corriente pasa a través de él. La carencia de vibración es una indicación de que la corriente de excitación o carga se halla ausente, o grandemente reducida. Podremos hacernos una imagen más clara de este fenómeno si consideramos lo que le sucede a un coche cuando se da al encendido. Conforme arranca, entra en una fuerte vibración, que luego se acomoda a un persistente zumbido. Este zumbido (o vibración) continuará mientras el motor esté en marcha. Si el motor se parase mientras el coche se mueve, inmediatamente sentiríamos que se ha quedado muerto por la ausencia de zumbido.

La calidad de la vibración en un coche o en el cuerpo de una persona nos dice en qué estado de forma se encuentra. Cuando el vehículo se estremece o las vibraciones son toscas, pensamos que algo falla. En un cuerpo, las vibraciones toscas son un síntoma de que la excitación o carga no fluye libremente. Igual que los rápidos de un río denotan que rocas u otros obstáculos impiden lo que de otro modo sería la suavidad de su curso, del mismo modo vibraciones demasiado bruscas denotan que la corriente de excitación está fluyendo a través de músculos que son espásticos o que se hallan en un estado de tensión crónica. Cuando las tensiones son descargadas o el músculo se relaja, las vibraciones se vuelven más suaves, apenas perceptibles sobre la superficie, pero experimentadas como un delicioso ronroneo. Sin embargo, mejor es estremecerse que no temblar en absoluto. También habrá condiciones en las que un cuerpo se estremecerá por causa de una carga extremadamente intensa. Por ejemplo, nos estremecemos de ira o temblamos de miedo, o nos convulsionamos con sollozos y pulsamos con amor; pero con independencia de la emoción, estamos plenamente vivos en tales estados.

En el curso del trabajo bioenergético, el cuerpo de una persona se lleva a un estado de vibración a través de los ejercicios especiales descritos en este manual. El objetivo es el de mantener las vibraciones en marcha con un fino y persistente zumbido, conforme la excitación se acumula o el estrés crece. En efecto, aumentamos la tolerancia del cuerpo a la excitación y el placer. Para realizar esto, el ego ha de anclarse en el organismo de un modo seguro, identificado con él, y sin temor de marchar con sus respuestas involuntarias. El resultado final es una persona cuyos movimientos y comportamiento tienen un elevado grado de espontaneidad, y que sin embargo son coordinados y efectivos: la calidad de la gracia natural.

Durante este proceso se produce un correspondiente cambio en el pensamiento y actitudes del individuo. Cuando las vibraciones pasan plenamente a través del cuerpo, una persona se siente conectada e integrada, toda de una sola pieza. Muchos pacientes han comentado esta reacción. El sentimiento de unidad e integridad conduce a una sinceridad natural en pensamiento y acción. Si alguien desarrolla la gracia corporal, desarrolla también la actitud psicológica correspondiente de ser gracioso. Tales personas no sólo están vibrantemente vivas, sino que están radiantemente vivas.

Análisis bioenergético es el nombre para la terapia bioenergética. En ella, se ayuda a una persona a entrar en contacto consigo misma a través de su cuerpo. Utilizando los ejercicios descritos en este manual, el individuo comienza a sentir cómo inhibe o bloquea el flujo de la excitación en su cuerpo; cómo ha limitado su respiración, restringido sus movimientos y reducido su autoexpresión; en otras palabras, cómo ha disminuido su viveza. La parte analítica de la terapia le ayuda a entender el porqué de estas inhibiciones y bloqueos en su mayor parte inconscientes, en términos de sus experiencias infantiles. Se le ayuda y alienta a aceptar y expresar los sentimientos suprimidos, bajo las condiciones controladas de la situación terapéutica.

La meta de la terapia es un cuerpo vital, capaz de experimentar plenamente los placeres y dolores, los gozos y penas de la existencia. Cuanto más vivaces estemos, mejor toleraremos una elevada excitación en nuestras vidas diarias y en el sexo. El análisis de los conflictos reprimidos, la descarga de los sentimientos contenidos, y la disolución de las tensiones y bloqueos musculares crónicos tienen como fin aumentar la capacidad de una persona para el placer.

El placer de estar plenamente vivo se asienta en el estado vibratorio del cuerpo. Se percibe en la plena expansión y contracción pulsantes del organismo y de los sistemas de órganos que lo componen, los sistemas respiratorio, circulatorio y digestivo por ejemplo. Se siente como torrentes de sensaciones en el cuerpo, que reflejan el flujo de excitación. Es la dulce y fundente sensación del deseo sexual, el relámpago de la intuición, el anhelo de proximidad y contacto, y las punzadas de la excitación.

La actividad vibratoria es, como advertimos anteriormente, una manifestación de la motilidad inherente del organismo, la cual es también responsable de las acciones espontáneas, las descargas emocionales y el funcionamiento interior. Esta motilidad inherente no está bajo el control del ego o de la voluntad; es involuntaria. Un cuerpo vivo pulsa y vibra. Naturalmente, conforme envejecemos nuestros cuerpos se vuelven cada vez más estáticos, hasta que alcanzan la quietud absoluta de la muerte. Pero la pérdida prematura de motilidad es patológica. Esto sucede, por ejemplo, cuando nos deprimimos. La depresión es una mengua patológica del funcionamiento vital del cuerpo, una disminución de la motilidad, el sentimiento y la capacidad de respuesta.

En adición a estos movimientos involuntarios, hacemos también muchos movimientos voluntarios, consciente o inconscientemente, tales como andar, hablar, comer y demás. En un adulto sano ambas clases de movimiento, el involuntario y el voluntario, están finamente coordinados para producir un comportamiento que es a la vez grácil y efectivo. De este modo es como todos quisiéramos ser. Pero la verdadera gracia no puede ser aprendida. Lo que se aprende en una escuela de modelos es a ser un maniquí, no una persona vivaz y con gracia. La pose puede resultar atractiva en una foto, pero no deja de darnos la impresión de ser algo rígido y extraño en la vida real, pues se alcanza a expensas de la motilidad espontánea del cuerpo. Sólo podemos conseguir la gracia aumentando la motilidad del cuerpo, y fundiéndola con nuestra conciencia de nosotros mismos para rendir un elevado grado de control propio. La marca distintiva de la persona grácil y graciosa es su dominio de sí misma.

Uno de los ejercicios más fundamentales de la bioenergética es también el más sencillo y simple. Lo utilizamos para comenzar las vibraciones en las piernas, y ayudar a la persona a sentirlas. Es también nuestro ejercicio básico de toma de tierra. Hacerlo sin ningún precalentamiento puede o no dar vibraciones como resultado. La gente joven suele responder rápidamente. Las personas más mayores, cuyos cuerpos están menos cargados y son más rígidos, podrían no experimentarlas. No obstante, también sus piernas pueden vibrar una vez han hecho algunos de los otros ejercicios que reducen su rigidez, profundizan su respiración y aumentan su carga energética (cantidad de energía, excitación o corriente en el cuerpo).

Ejercicio 1

Ejercicio básico vibratorio y de toma de tierra

De pie, con las piernas separadas unos 25 cm, los dedos de los pies ligeramente vueltos hacia dentro, a fin de estirar algunos de los músculos de las nalgas. Inclínate hacia delante y toca el suelo con los dedos de ambas manos, como en la figura 2. Las rodillas deberían hallarse ligeramente dobladas. No tendría que recaer ningún peso en las manos; todo el peso del cuerpo se halla en los pies. Permite que la cabeza cuelgue lo más posible.


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Figura 2. Inclinación vibratoria hacia delante


Respira a través de la boca, con facilidad y profundidad. Asegúrate de seguir respirando. (Olvídate por el momento de respirar a través de la nariz.)

Que el peso de tu cuerpo vaya hacia delante, de modo que se apoye sobre los metatarsianos de los pies. Los talones pueden quedar ligeramente elevados.

Endereza las rodillas lentamente, hasta que los tendones de la corva, en la parte de atrás de las piernas, estén estirados. De todos modos, las rodillas no deberían estar completamente enderezadas o bloqueadas.

Mantén la postura durante aproximadamente un minuto.

– ¿Estás respirando con facilidad, o contienes el aliento? No habrá vibraciones si dejas de respirar.

– ¿Sientes en las piernas algún tipo de actividad vibratoria? Si no es así, trata lentamente de doblar la rodilla un poco, y vuelve a enderezarla a la posición original. Haz esto una serie de veces para que los músculos se relajen.

– Las vibraciones, ¿cómo son? ¿Son delicadas o bruscas? ¿Suaves o espasmódicas? En algunos casos la gente literalmente salta del suelo si no puede contener la excitación. ¿Te ha sucedido esto a ti?

Te pediremos que intentes realizar este ejercicio de nuevo tras leer el siguiente capítulo.

2 Tomando TIERRA

Puedes haber advertido, si hiciste el ejercicio del capítulo anterior, que las vibraciones en las piernas ocurren cuando sientes los pies presionando sobre el suelo. La sensación de contacto entre los pies y el suelo es conocida en bioenergética como toma de tierra. Esto denota un flujo de excitación a través de las piernas hasta los pies y el suelo. Entonces uno se halla conectado con el suelo, no «arriba en el aire» o «colgado». Hay, por supuesto, diferentes grados de sentir el contacto con el suelo, dependiendo de lo plenamente que los pies lo «toquen». La gente varía ampliamente a este respecto.

Tomar tierra es otro modo de decir que una persona tiene los pies sobre el suelo. Puede también significar que un individuo sabe dónde se planta, y por lo tanto que sabe quién es. Tomando tierra, una persona tiene una «posición», es decir, es «alguien». En un sentido más amplio, la toma de tierra representa el contacto de un individuo con las realidades básicas de su existencia. Él está enraizado en la tierra, identificado con su cuerpo, consciente de su sexualidad y orientado hacia el placer. Estas cualidades faltan en la persona que se encuentra «en el aire» o en su cabeza en lugar de en sus pies.

La toma de tierra supone que el sujeto «descienda», que baje su centro de gravedad, que se sienta más cerca de la tierra. El resultado inmediato es el de aumentar su sentido de la seguridad. Siente el suelo bajo sí, y sus pies descansando sobre aquél. Cuando una persona se carga o excita mucho, tiende a ir hacia arriba, a volar, o a huir. En esta condición, pese a una sensación de excitación o entusiasmo, hay siempre un elemento de ansiedad o peligro, a saber, el peligro de caer. Esto también se da cuando nos hallamos separados del suelo, por ejemplo en un aeroplano. Se resuelve cuando la persona se encuentra nuevamente a salvo sobre tierra, sea física o emocionalmente.

La dirección hacia abajo es el camino hacia el placer de la descarga. Es el camino hacia la satisfacción sexual. Las personas que tienen miedo de caer están bloqueadas en su capacidad de someterse plenamente a la descarga sexual, y no experimentan la plena satisfacción orgásmica. Abandonarse significa caer, pues inconscientemente nos estamos manteniendo en alto todo el rato. Tenemos miedo de caer, miedo de fallar, y por lo tanto miedo de abandonarnos y entregarnos a nuestros sentimientos.

Mabel Elsworth Todd, en su libro El cuerpo pensante, publicado por vez primera en 1937, hizo esta observación: «El hombre se ha visto absorbido con las porciones superiores de su cuerpo en tareas intelectuales, y en el desarrollo de talentos de la mano y del habla. Esto, en añadidura a falsas nociones concernientes a la apariencia de salud, ha transferido su sentido del poder desde la base hasta la cima de su estructura. Al utilizar así la parte superior del cuerpo para reacciones de poder, ha invertido la costumbre animal, y ha perdido en gran medida tanto la fina capacidad sensorial del animal como su control del poder centrado en los músculos inferiores de la columna y en los músculos pélvicos».[1]

En un sentido amplio, la toma de tierra pretende ayudar a una persona a volverse más plenamente identificada con su naturaleza animal, lo cual, por supuesto, incluye su sexualidad. La parte inferior del cuerpo es mucho más de naturaleza animal en sus funciones (locomoción, defecación y sexualidad) que la parte superior (pensamiento, habla y manipulación del entorno). Estas funciones son más instintivas y menos sujetas al control consciente. Pero es en nuestra naturaleza animal donde residen las cualidades del ritmo y de la gracia. Cualquier movimiento que fluye libremente desde la parte inferior del cuerpo tiene estas cualidades. Cuando nos elevamos y alejamos de la mitad inferior del cuerpo, perdemos mucho de nuestro ritmo y gracia naturales.

Este desplazamiento hacia arriba puede ser invertido a través de los ejercicios bioenergéticos de toma de tierra. Conforme el centro de gravedad del cuerpo cae hacia la pelvis, con los pies sirviendo de soporte energético, podemos sentir nuestro ser centrado en el abdomen.

La importancia de estar centrados en la parte inferior del abdomen o vientre es reconocida por la mayoría de los orientales. Los japoneses, por ejemplo, tienen una palabra, hara, que significa vientre, así como una persona que se halla centrada en esta región. El punto exacto, de acuerdo con Dürckheim, se halla 5 cm por debajo del ombligo. Si una persona se encuentra centrada en este punto, se dice que tiene hara, es decir, que está equilibrada tanto psicológica como físicamente. El individuo equilibrado es tranquilo y sosegado; todos sus movimientos carecen de esfuerzo pero están llenos de maestría. Dürckheim escribe: «Cuando un hombre posee un hara plenamente desarrollado, tiene la fuerza y la precisión de realizar acciones que de otro modo nunca podría conseguir, ni siquiera con la técnica más perfecta, la mayor atención o la más grande fuerza de voluntad. Sólo lo hecho con el hara tiene éxito completo».[2] Las disciplinas zen del tiro con arco, el arreglo floral y la ceremonia del té están destinadas a ayudar a la persona a conseguir el hara.

Por el contrario, la mayoría de los occidentales están centrados en la parte superior del cuerpo, principalmente en la cabeza. Reconocemos la cabeza como el foco del ego, el centro de la conciencia y del comportamiento deliberado. En contraste con esto, el centro inferior o pélvico, donde reside el hara, es el centro para la vida inconsciente o instintiva. Digamos que es el centro animal del hombre, como Todd sugiere. Cuando comprendemos que no más del 10% de nuestros movimientos son dirigidos conscientemente, y que el 90% son inconscientes, la importancia de este centro se hace evidente.

Una analogía aclarará esto. Piensa en un caballo y su jinete. El jinete, con su control consciente de la dirección y de la velocidad, funciona como el ego; el caballo proporciona el centro inferior, el poder, y unas patas seguras para conducir al jinete a donde éste quiera ir. Si el jinete se volviera inconsciente, el caballo en la mayoría de los casos le llevaría de vuelta al hogar, sano y salvo. Pero si el caballo se viniese abajo, el jinete estaría indefenso. Lo mejor que podría hacer es marcharse andando hasta su lugar de destino.

El vientre es literalmente el asiento de la vida. El cuerpo se asienta sobre el cesto de la pelvis. A través de ella, tenemos contacto con los órganos sexuales y con las piernas. Es también en el vientre donde el individuo es concebido, y de él emerge hacia la luz del día. La pérdida de contacto con este centro vital desequilibra a una persona, y la conduce a la ansiedad y la inseguridad.