fotografía en tus viajes

INSPIRACIÓN y técnica PARA conseguir fotos espectaculares

fotografía en tus viajes

Oriol Alamany

INSPIRACIÓN y técnica PARA conseguir fotos espectaculares

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Índice

9 | Prólogo. PACO NADAL

Sobre la fotografía de viajes

15 | Introducción

31 | El viaje

53 | Paisajes del mundo

105 | Condiciones adversas

135 | Elementos humanos

167 | Las personas

193 | Color y abstracción

225 | Animales

Prólogo

Manowwari, isla de Papúa-Nueva Guinea

Cámara: Nikon V1

Objetivo: Nikkor 10-30 3,5-5,6

Sensibilidad: ISO 200

Exposición: Automática

Balance de blancos: Automático

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PrólogoSobre la fotografía de viajes

Paco Nadal

El ser humano ha sentido la necesidad de plasmar en imágenes lo que veía durante sus viajes desde la mismísima invención de la fotografía. O incluso desde antes, porque ¿qué son los grabados que los viajeros románticos del xix nos dejaron sobre la Alhambra, por ejemplo, sino fieles fotografías sin cámara de una realidad pasajera gracias a las cuales hemos podido documentar el pasado?

Viajamos para descubrir, para conocer, para documentar. Pero también, para compartir. Y aquí el invento de Nicéphore Niépce encontró un campo abonado para su desarrollo y su popularización. Muy pocos eran los elegidos por las musas para poder plasmar en el lienzo un paisaje, una naturaleza muerta o un grupo de personas faenando en el campo como Turner o Van Gogh. Pero con una cámara, casi todo el mundo es capaz de captar ese paisaje, ese rostro, ese atardecer y compartirlo luego con los amigos y familiares.

Es cierto que en los albores de la fotografía la posesión y manejo de una cámara era cosa de profesionales, por no decir casi de magos. Por eso se inventaron las postales. ¡Qué hubiera sido del turismo sin la aparición de aquellas maravillosas cartulinas de 9 x 14 cm con escenas clásicas de los monumentos del mundo! Las postales no solo fueron el origen de la fotografía de viajes sino que contribuyeron a crear clichés turísticos que permanecieron por décadas. Aquello que salía en una postal adquiría rango de patrimonio de la humanidad y los afortunados que en aquellos lejanos años podían viajar lo hacían para visitar lo que salía en las postales. Solían llegar a destino después del regreso del viaje, pero qué más daba. Lo importante es que acreditaban nuestra estancia.

Su influencia en el mundo de la imagen fue tal que los fotógrafos de viajes y naturaleza aún decimos “es una postal” para referirnos a una foto estereotipada y sin alma.

La primera postal ilustrada de España se imprimió en 1873 y hasta que Mr. Kodak democratizara el mundo de la fotografía fueron la única manera que un viajero tenía de atestiguar que en efecto él estuvo allí: lo decía el membrete de la postal.

La fotografía de viajes nos sirve para fijar nuestros recuerdos y también, reconozcámoslo, para dar rienda suelta a ese pequeño

Prólogo

diablo vanidoso que todos llevamos dentro: no solo hay que ir al sitio, sino que luego hay que enseñar a los seres queridos cómo era ese sitio, cómo de bien lo pasamos, cómo de maravillosos eran aquellas habitaciones de hotel o qué vistas tenía la terraza de ese restaurante. Privilegios que la fotografía de viajes nos permite datar.

Fue siempre así, ya fuera con las primeras Werlisa Color o con las Kodak Instamatic y más tarde cuando el precio de las réflex de alta calidad empezaron a ser asumibles para fotógrafos aficionados, todos íbamos por el mundo cargados con enormes bolsas llenas de cámaras, objetivos y… ¡rollos! Sí, rollos de película, esa cosa trasnochada que parece existió en el Jurásico pero que en realidad funcionó hasta anteayer. ¡Qué cantidad de emociones futuras se agolpaban en mi mente cuando veía en la mesa de mi estudio docenas y docenas de

Inlandsis, sur de Groenlandia

Cámara: Canon EOS 5D

Objetivo: Canon 24-70 1:2,8

Balance de blancos: Luz de día

Sensibilidad: ISO 100

Exposición: Matricial, automática con prioridad de obturador

Velocidad: 1/200

Diafragma: f/14

Otro material: Foto panorámica compuesta a partir de tres tomas consecutivas con Photoshop

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rollos de Velvia preparados para una nueva aventura! Era como cuando al perro le enseñamos la correa: es el signo inequívoco de que salimos de casa. Un nuevo viaje, nuevas fotos, nuevas e inciertas experiencias.

En fin, aunque siempre existió, ese nivel de exposición pública de nuestras fotos de viajes empezó a alcanzar cotas de fenómeno histórico con la aparición de la fotografía digital y el consiguiente abaratamiento de las cámaras y mejora de sus prestaciones. Pero sobre todo ocurrió con la aparición de los smartphone. Ahora todos llevamos una cámara en el bolsillo (¡si el bueno de Nicéphore Niépce levantara la cabeza!) y nos hemos convertido en voyeur de la vida de los otros y de la nuestra propia. No solo fotografiamos compulsivamente todo lo que nos rodea en un viaje, sino que lo compartimos al instante con los seres queridos, como antes las postales y, además, con otras miles de personas a las que ni conocemos ni conoceremos en la vida. La exposición pública de nuestras pequeñas glorias y miserias sin mayor pudor ni reserva se ha convertido en la nueva droga social.

Un cambio drástico para la fotografía, que nunca volverá a ser lo mismo. Ya no importa la calidad (¿quién se para a pensar en eso?). Importa la inmediatez y la cantidad. Si las fotos de viajes se hacen con un teléfono, ¿a quién diablos le importa la distancia focal, la profundidad de campo y el uso correcto de un filtro neutro de tres pasos? Es más, ¿quién sabe ya qué es la distancia focal, la profundidad de campo y un filtro neutro de tres pasos?

La fotografía de viajes es además el género visual en el que más se mezclan los intereses profesionales y amateur. Uno no va

Prólogo

fotografiando asesinatos, guerras o jueces que entran en la Audiencia Nacional. Eso es cosa de profesionales de los medios. Pero que todos fotografiamos las pirámides de Egipto, la torre Eiffel o los jardines de Versalles. Por eso pocos géneros como éste obligan al fotógrafo a ver más allá, a crear un estilo, a desarrollar esa visión personal que transforma una imagen vulgar en un instante único. No es fácil componer una imagen singular a partir de elementos fotografiados millones de veces antes que lo hicieras tú, tan manidos y vistos que forman parte ya del imaginario colectivo mundial. El fotógrafo de viajes debe transmitir emociones, como cualquier creador, pero además está obligado a hacerlo de forma original sobre una apuesta probablemente reproducida por millones de personas antes que él.

Por eso admiro a Oriol Alamany. Porque es de los pocos fotógrafos de viajes y naturaleza que logra en cada imagen deshojar lo obvio para encontrar dentro un guiño de originalidad. Ese guiño que separa una imagen vulgar de otra que cuenta algo. Ese ‘momento decisivo’ que muy pocos afortunados saben encontrar.

De Oriol siempre me llamó la atención su sensibilidad, la poesía que destilan sus paisajes. Poesía y paz, añadiría. Admiro esos escenarios suyos que parecen flotar siempre en un mundo irreal de brumas matinales (aunque para esto su secreto: madrugar mucho, mucho; es el estigma del fotógrafo de naturaleza). Me impresiona la limpieza de sus encuadres, tan livianos y etéreos. Y el control que ejerce sobre las luces,

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que parecen compradas a propósito para desparramarlas por la escena y darle el volumen exacto a cada elemento de la composición.

No es fácil captar una imagen de los moai de Isla de Pascua, de las praderas del Serengueti o de las playas de Córcega que aporte algo nuevo, que sea capaz de provocarnos un respingo en algún rincón del cerebro. Esos sitios los hemos visto tantas veces, que es difícil que nos impresionen. Pero Oriol lo consigue. Cada imagen de su archivo tiene la virtud de la sorpresa. Y además sin artificios ni juegos de ordenador. Oriol es de los de la vieja escuela: la foto se hace en el ojo y se plasma en la cámara. El resto, es ruido moderno. Y no es fácil ya, en la locura digital que nos acogota a todos, mantener ese discurso de honestidad.

Como el mismo dice comentando una de sus fotos:

“El fotógrafo de paisajes debe ir más allá de la simple acción de encuadrar un paisaje bonito. Tiene que intentar plasmar en sus imágenes tanto la esencia del lugar que está fotografiando como las emociones que éste le transmite”.

Pues eso es lo que sigue a continuación en este libro. Imágenes que provocan emociones. Imágenes de Oriol Alamany y sus invitados que logran hacernos volver a la esencia primigenia de la fotografía: captar la realidad pero con tan alto grado de subjetividad que magnifica y engrandece esa realidad.

PACO NADAL es escritor, periodista, director de documentales, bloguero y fotógrafo. Sus trabajos profesionales pueden verse en los principales medios de comunicación. Pero sobre todo es alguien que ha hecho del viaje una forma de vida.Escribe asiduamente en El Viajero, el suplemento de viajes del diario El País. Colabora en el programa Hoy por Hoy, de la Cadena Ser. Presenta y dirige series documentales para Canal Viajar. Y escribe y hace fotos para guías de viaje en la editorial EL País-Aguilar. Desde su bitácora El blog de Paco Nadal, cuenta a diario y en directo la alocada y nada aburrida vida de un periodista de viajes. Ha publicado dos libros de fotografía: Los pigmeos del río Ituri y Semana Santa en Murcia.www.paconadal.com

El Amazonas, desbordado a su paso por Leticia (Colombia)

Cámara: Canon Eos 5D

Objetivo: Zoom 24-70 1:2,8

Balance de blancos: Luz de día

Sensibilidad: ISO 200

Exposición: Matricial, automática con prioridad de velocidadVelocidad: 1/1600

Diafragma: f/5.0

Otro material: Filtro polarizador

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Introducción

La fotografía es un arte o disciplina creativa para la que, además de la capacidad de visualización, necesitamos herramientas. Del mismo modo que un pintor necesita lápices, pinceles, pinturas, papel o telas, nosotros necesitamos cámaras, objetivos y algún que otro artilugio para poder registrar en una imagen nuestra visión personal del mundo que nos rodea.

Los fotógrafos siempre hemos tenido una preocupante tendencia a bizantinos debates sobre marcas de cámaras o tipos de objetivos. Pero lo cierto es que un par de sucesos han disparado la locura colectiva por discutir sobre los aparatos con los que hacemos las tomas más que sobre las mismas fotografías. A mediados de los años 90 Internet entró en nuestras vidas y, con él surgieron los foros de fotografía. A primeros de este siglo la difusión de la imagen con tecnología digital barrió prácticamente del planeta a la fotografía química. Su facilidad para ser difundida por doquier en unos segundos a través de otro fenómeno del mundo actual como son las redes sociales, hizo que ésta pasara de ser practicada por unos pocos profesionales y algunos aficionados, a ser un medio de comunicación global.

Antes de empezar a hablar de fotografía, vamos a introducirnos un poco en este mundo del equipo fotográfico. Así, para el resto del libro, nos concentraremos ya en lo esencial: las imágenes en mismas.

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Desierto del Sahara, Marruecos

Introducción

Mecanismos

Para el mundo de la fotografía de viajes y naturaleza es plenamente vivencial. Ir a realizar fotografías, tanto sea a lugares cercanos y conocidos, como lejanos y exóticos, es algo que se siente más que se practica. Es importante que la experiencia vital transluzca especialmente en la imagen final que no su parte meramente técnica. Ahí es donde podemos marcar la diferencia.

Pero como decía en una conocida frase el clásico fotógrafo paisajista norteamericano Ansel Adams: “Puede haber técnica sin arte, pero no arte sin técnica”. Es decir: según él pueden existir fotografías técnicamente perfectas pero que no transmitan nada, mientras que una buena fotografía desde el punto de vista creativo, necesita estar técnicamente bien realizada. Aunque aquí disiento levemente con aquel gran artista ya que algunas veces he visto imágenes que, aunque técnicamente no fueran perfectas, su parte emocional era tan poderosa que aún transmitía emociones a pesar de sus aparentes fallos técnicos.

La aventura de viajar, Desierto de Tanami, Australia

Con el equipo a la espalda, Región de Kimberley, Australia

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Pero es cierto que para poder trasladar nuestras vivencias a imágenes es ineludible disponer y saber utilizar correctamente ciertas herramientas mecánicas y electrónicas que conocemos globalmente con el calificativo un tanto difuso de ‘equipo fotográfico’.

Bajo ese concepto se engloban una variedad de aparatos y gadgets que raya lo inimaginable. Nuestro equipo podrá ser costoso o económico, amplio o reducido, pero lo más importante siempre será la calidad de la mirada de la persona y también una cierta pericia técnica en su uso. Cámaras y objetivos son mecanismos sin sentimientos que jamás deben ser culpados de nuestra falta de creatividad. Frases tan habituales como: “Debo cambiarme la cámara porque las fotos no me salen bien”, son excusas que nos ponemos para comprar algo que nos apetece poseer, no necesariamente para hacer mejores imágenes.

Aunque los fotógrafos utilizamos una o más cámaras y varios objetivos como equipo base, cada disciplina fotográfica tiene sus peculiares necesidades. Al desarrollarse en exteriores y a veces en condiciones difíciles, la fotografía de viajes y naturaleza es una de las más exigentes para el equipo necesario, pero a la vez nos impone una gran limitación: mientras que un aficionado a la fotografía de estudio o de retrato, por poner un ejemplo, puede tener a su disposición tantos aparatos como quiera, el fotógrafo viajero sufre serias restricciones en el peso y volumen de lo que puede utilizar. Eso viene impuesto tanto por las normativas de las compañías aéreas, si es que el viaje incluye traslados en avión, como por sus propias limitaciones personales al deber cargar todo a sus espaldas. Para el fotógrafo que desea hacer de nómada por el mundo, la elección del equipo fotográfico tiene una importancia notable.

Por lo tanto, y antes de pasar a mostraros mis imágenes y comentar cuál es la historia que me llevó a su creación, así como el cómo y con qué están realizadas, vamos a introducirnos primero en un tema tan importante como es la trascendental decisión del: “¿Qué me llevo?”. Esta es la pregunta que con mayor frecuencia me plantean los asistentes a mis talleres o viajes fotográficos. ¿Cómo acertar con la elección de qué voy a llevarme, cuando el espacio es tremendamente limitado? Trascendental decisión que luego afectará a las fotografías que podamos realizar durante el desarrollo del viaje.

El alma

Habiendo dejado claro que nuestros ojos, cerebro y alma son lo más importante a la hora de crear imágenes, comentaremos que el corazón, o quizás el alma central de toda cámara fotográfica de hoy en día es el sensor digital, un chip que se encarga de la captación de la imagen. Es el sensor quien convierte la luz en carga eléctrica y la procesa como señales electrónicas.

Aunque los sensores digitales se inventaron en los años 60 del siglo xx, no fue hasta la entrada del siglo xxi cuando se generalizaron en el mundo de la fotografía, llevando esta disciplina a un vuelco radical como no había tenido jamás en sus casi doscientos años de historia. El soporte donde se registran las fotografías pasó de ser una emulsión química fotosensible a ser un sensor de imagen

El cuello de botella del fotógrafo viajero: la facturación en el aeropuerto

Sensor CMOS de formato Full Frame

Introducción

electrónico. Las cámaras básicamente mecánicas pasaron a ser esencialmente electrónicas. Aunque hoy en día algunos fotógrafos aún utilizan película fotográfica debido a las peculiares cualidades que imprime en el resultado final, la transición hacia la fotografía digital fue tan fulminante que actualmente pocas personas no disponen de una cámara digital. Y aunque algunos de nosotros tenemos la experiencia de haber fotografiado con ambas tecnologías, ya existe una nueva generación que jamás ha llegado a practicar la compleja, mágica y un tanto romántica fotografía química.

Las ventajas de las cámaras digitales para la fotografía de viajes y naturaleza son numerosas: cámaras pequeñas de elevada calidad de imagen, posibilidad de fotografiar en lugares con muy poca luz, poder variar la sensibilidad a la luz (ISO) a cada disparo, cantidad prácticamente ilimitada de fotografías, posibilidad de ajustar las fotografías a posteriori de la toma… Sin embargo tienen un problema: su sensibilidad a la humedad, frío, polvo y vibraciones, así como la dependencia del suministro eléctrico para recargar baterías, y también la necesidad de tener que utilizar ordenadores portátiles u otros sistemas para descargar y almacenar las fotografías.

Básicamente existen dos tecnologías distintas en los sensores utilizados para fotografía: el CCD (Charge Coupled Device) que proporciona una señal analógica que luego hay que convertir a digital, y el CMOS (Complementary Metal Oxide Semiconductor) que manda a la cámaras directamente datos digitales. Cada uno de ellos tiene sus ventajas e inconvenientes. Este último tipo ha ido imponiéndose progresivamente debido a su menor consumo eléctrico, mayor rapidez y a que permite fabricar cámaras de menor tamaño, porque no suele necesitar de un conversor analógico a digital.

Cuando se habla del sensor que incorpora una cámara suelen citarse dos factores: su resolución y su formato.

Resolución

La Resolución viene dada por el número de puntos sensibles a la luz (denominados píxeles) que contiene el sensor. Por cada millón de

Monje orando en el palacio del Rey de Mustang en Tsarang, Nepal. La posibilidad de fotografiar en lugares oscuros gracias a sensibilidades de 3200 o 6400 ISO es una bendición para el fotógrafo de viajes

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píxeles hablaremos de un megapíxel. Las primeras cámaras no alcanzaban ni un megapíxel, pero hoy en día suelen rondar los 12-25, llegando incluso a los 40 MP. En cualquier caso los megapíxeles han dejado de ser un factor decisivo para los aficionados a la fotografía: pensad que cualquier cámara de más de 8 MP es capaz de proporcionar fotografías de gran calidad que soportan ampliaciones sobre papel a las medidas más habituales para un uso casero. No hay que perder de vista que en un mundo en que la mayor difusión de imágenes se hace a través de Internet o en aplicaciones para tabletas, sus tamaños no llegan ni tan siquiera a un megapíxel.

formato del sensor

El segundo factor es el formato del sensor: su tamaño y proporciones. Tomando como estándar la medida del formato de película más conocido (denominado con variedad de nombres como Paso Universal, 24x36, 135 o 35 mm), los fabricantes de cámaras digitales hablan ahora de sensores de formato completo, Full Frame o FX para referirse a los que tienen aquel mismo tamaño y proporciones 3:2. Sin embargo, el FF dista de ser el formato digital más expandido hoy en día: muchas cámaras réflex y CSC llevan sensores de la mitad de ese tamaño a los que se conoce como DX o APS-C (también en recuerdo del formato de película APS). Y las cámaras compactas llevan sensores mucho más pequeños de multitud de tamaños que se nos haría largo enumerar y habitualmente de proporción 4:3.

Los sensores de mayor tamaño son más caros, pero además de proporcionar fotografías con fondos más desenfocados (mejor bokeh, palabra japonesa que define la belleza de las zonas desenfocadas en una fotografía), también suelen proporcionar imágenes con menos granulosidad o ruido digital. En general, a mayor tamaño de los píxeles, menor ruido y mayor rango dinámico obtendremos en las fotografías. De ahí que en este momento la tendencia entre los fabricantes de cámaras sea hacer crecer el tamaños de sus sensores.

El cuerpo

Hoy en día la oferta de cámaras fotográficas es apabullante: existen multitud de tipos distintos y una enormidad de modelos que, además, cambian cada año a un ritmo difícil de asumir tanto por el

Sensores de imagen Full Frame o FX, APS-C o DX y de una cámara compacta

Distintos formatos de proporciones 3:2 y 4:3, Parque Nacional Grand Teton, USA

Introducción

aficionado como por el profesional. Para quienes se inician, la elección de un modelo se convierte en un quebradero de cabeza.

Dado el tipo de fotografía que vamos a tratar en este libro vamos a concentrarnos en hablar de tres tipos de cámaras: las compactas, las CSC ‘sin espejo’ y las réflex DSLR, existiendo varios submundos en cada una de estas categorías.

Cámaras compactas

Las cámaras compactas son pequeñas, ligeras, discretas en su uso, tienen una única óptica integrada en su cuerpo y caben en cualquier bolsillo. Y su precio suele ser relativamente asequible. Su segmento de mercado está siendo fagocitado sin misericordia por los teléfonos móviles, cuyas cámaras integradas son cada vez mejores.

Algunos modelos actuales son tremendamente sofisticados y los usan incluso los fotógrafos profesionales. En la gama denominada superzoom, la limitación inherente a las compactas debida a la presencia de un único objetivo no intercambiable, casi queda anulada debido a que incorporan objetivos zoom de distancia focal equivalentes a los 24-1000 mm, por ejemplo.

¿Problemas? Sus sensores suelen ser de tamaños extremadamente pequeños (habitualmente 1/1,7” o incluso 1/2,3”), por lo que los resultados obtenidos al fotografiar a elevadas sensibilidades ISO con luz escasa son de mala calidad y limitado rango dinámico. Por suerte, para contrarrestar la expansión de los teléfonos móviles con sus diminutos sensores de 1/3,2”, existe una tendencia entre los fabricantes a incorporar cada vez sensores de mayor tamaño y calidad en este segmento, incluso idénticos ya a los que integran las cámaras réflex de mayor calidad.

Una característica adicional propia de la mayoría de cámaras compactas es su limitación para grabar las fotografías tan sólo en el formato comprimido Jpeg. También por fortuna para los fotógrafos poco a poco van apareciendo compactas que ofrecen la posibilidad de grabar en el formato Raw, que garantiza mejores resultados.

A la hora de escoger una compacta hay otro factor a tener en cuenta: si dispone de un visor. La manera de disparar una cámara alejándola de nosotros para poder encuadrar por su monitor LCD no

Las compactas son las cámaras más utilizadas por los aficionados, Mustang, Nepal

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es ni discreto ni contribuye a la estabilidad de las fotografías. Y en un día soleado todos sabemos lo difícil que resulta apreciar algo en estas pequeñas pantallas. Lo mejor es un visor con ocular (ya sea óptico o electrónico) que permita apoyar la cámara en la cara, aportando estabilidad a velocidades de obturación bajas y una mejor visión en situaciones de elevada luminosidad. Lamentablemente la mayoría de visores ópticos no muestran exactamente lo mismo que luego aparecerá en la fotografía. Suele ser tan sólo alrededor del 80% de la imagen final. Y los visores electrónicos que enseñan el 100% aún no presentan una imagen con la misma nitidez, aunque están mejorando modelo tras modelo. Pero incluso un simple visor óptico impreciso es mejor que nada, en especial al fotografiar con poca luz.

Conclusión: Segmento poco adecuado para fotografía de la naturaleza, pero para fotografía de viajes. Somos muchos los profesionales que, además de nuestra cámara réflex principal, cuando vamos de viaje llevamos siempre encima una compacta con posibilidad de grabar en formato RAW. Su espontaneidad y discreción no tiene precio.

Cámaras cSC o EVIL

Siguiente tipo de cámaras: las CSC (Compact System Camera) también denominadas EVIL (Electronic Viewfinder with Interchangeable Lens) o sin espejo de objetivos intercambiables. Por aspecto y tamaño se parecen a las cámaras compactas, pero disponen de ópticas intercambiables. Las antecesoras de este concepto serían las famosas cámaras Leica de telémetro. Las CSC suelen ser pequeñas, pero usan sensores de mayor tamaño que las compactas y sus ópticas son algo más voluminosas, lo que pueden impedir que quepan en un bolsillo. Son cámaras denominadas ‘de sistema’ porque disponen de numerosas ópticas y accesorios, en un volumen menor que las clásicas réflex DSLR.

La dispersión de formatos en este nuevo segmento es enorme y se presta a confusión: Nikon utiliza el pequeño sensor de 1”. El formato más extendido es el algo mayor Micro 4/3, compartido por Olympus y Panasonic, mientras que Canon, Sony, Fujifilm, Pentax y Samsung apuestan por un sensor del mismo formato APS-C o DX que incorporan muchas cámaras réflex.

Unas pocas CSC incorporan visores electrónicos integrados en su cuerpo. Y otras permiten montar uno externo opcional

Olympus es uno de los máximos promotores de las CSC

Introducción

aprovechando la montura de zapata del flash. Para fotografía seria, un visor de estos me parece imprescindible.

Conclusión: Posiblemente serán las cámaras del futuro, cuando vayan mejorando las prestaciones de sus sensores y la gama de accesorios. Son ideales para todo tipo de fotografía debido a su adecuada combinación de tamaño, poco peso y calidad.

Cámaras DSLR

El tercer grupo de cámaras son las DSLR (Digital Single Lens Reflex), cámaras dotadas de un espejo interior que reenvía al visor óptico una imagen limpia y luminosa, idéntica a la que está viendo en este momento el objetivo. La cantidad de ópticas intercambiables de distintas distancias focales, luminosidades y calidades, así como de variopintos accesorios es infinita, siendo por ello las preferidas por los profesionales y aficionados avanzados. También porque algunos modelos ofrecen una sólida construcción y protección contra la intemperie, lo cual es interesante para fotografiar en exteriores.

Nikon y Canon, empeñadas en una lucha sin cuartel desde hace años, seguidas por Sony y Pentax, lideran este sector del mercado. Las cámaras réflex son el escaparate de las marcas y abocan grandes dosis de investigación en ellas.

Los sensores de imagen de las réflex son de formatos Full Frame o FX, y APS-C o DX. Aunque en sus inicios dominó el más económico APS-C con su factor de recorte de 1,5x o 1,6x, hoy en día los fabricantes están apostando decididamente por el Full Frame en un intento de ofrecer una marcada diferencia cualitativa respecto a las CSC y las compactas.

Conclusión: Son las cámaras mejores para fotografía de la naturaleza debido a sus muchas ópticas, grandes teleobjetivos y la posibilidad de fotografiar con muy poca luz. También estupendas para fotografía de viajes, siempre que estemos dispuestos a cargar con cierto peso y volumen.

Los ojos

Por muy buena cámara que tengamos, sin unos ojos adecuados pocas fotografías vamos a realizar. La variedad de ópticas

Algunas cámaras réflex son a prueba de intemperie

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intercambiables disponibles en el mercado es enorme, y es por ello que aquí se concentran las dudas de todo aficionado. ¿Qué objetivos comprar? ¿Cuáles llevarse de viaje? ¿Qué tipo son más adecuados para fotografiar viajes y naturaleza? Ya hemos comentado que el peso y volumen es un factor primordial al ser necesario cargar con todo el equipo. Por lo tanto, estas decisiones no pueden tomarse a la ligera, ya que afectarán a las posibilidades fotográficas para todo el desarrollo del viaje.

Los dos parámetros básicos de cualquier objetivo son su distancia focal y su luminosidad.

La distancia focal afecta a la amplitud del ángulo abarcado en el encuadre. Los objetivos denominados gran angulares (habitualmente 14 a 35 mm) abarcan un campo amplio, exageran la perspectiva y son especialmente adecuados para plasmar grandes paisajes. Los teleobjetivos (habitualmente 85 a 600 mm) abarcan un campo reducido, comprimen los planos y permiten captar sujetos de nuestro entorno sin la necesidad de acercarse.

Un objetivo de una distancia focal en concreto proyecta el mismo círculo de imagen dentro de cualquier cámara. Pero aún siendo la misma óptica, el encuadre variará según cual sea el tamaño de su sensor de imagen

Las ópticas fotográficas nos ayudan a plasmar nuestra peculiar visión del mundo

Introducción

Dada la infinidad de tamaños de sensores de imagen disponibles en las cámaras que hemos visto hasta ahora, cada objetivo de una distancia focal en concreto proporcionará un distinto encuadre al ser usado en cada una de ellas. Ya hemos comentado antes que el formato considerado como base es el Full Frame, inspirado en la película de 24 x 36 mm. Cuando se dice que un objetivo de 50 mm de distancia focal es un objetivo estándar, nos estamos refiriendo a que lo es al ser montado en una cámara Full Frame. En una cámara con un sensor más pequeño como el APS-C, el encuadre que nos proporciona es equivalente a un teleobjetivo de 75 mm, y en una micro 4/3, a uno de 100 mm. Por tanto, desde la aparición de la fotografía digital y sus galimatías de formatos, con frecuencia se habla del concepto “distancia focal equivalente”. El objetivo equivalente a un 50 mm en Full Frame, con el cual se obtendría un encuadre similar, sería aproximadamente un 35 mm en APS-C o DX y un 24 mm en Micro 4/3. Los objetivos de algunas cámaras compactas incluso no llevan la inscripción de su distancia focal real, sino la de su equivalente en Full Frame, indicándolo del modo: “24-120 mm equiv.”, por ejemplo.

Así que ahora, al hablar de las distancias focales recomendadas, lo haremos en base al FF. Y si tu cámara es de un formato distinto debes hacer la conversión dividiendo por 1,5x, 2x, etc.

La gama ideal

Es recomendable que una gama de focales para fotografía de viajes cubra de los 24 o 28 mm (o sus equivalentes, recordad) hasta los 200 mm. De este modo podremos fotografiar tanto paisajes, monumentos, edificios o interiores, como personas y detalles. Hoy en día se usan también gran angulares más extremos, de 14, 16 o 17 mm (o sus equivalentes), aunque no son imprescindibles. En cambio, si nuestro interés se basa en la fotografía de animales salvajes, que necesitaremos ópticas mucho más largas, en torno a los 400 o 500 mm.

Si la necesidad de tan elevadas focales es solamente esporádico, podemos interponer entre la cámara y objetivo un accesorio conocido como teleconvertidor, que multiplica la focal del objetivo original por 1,4x, 1,7x o 2x, a cambio de una ligera pérdida de calidad y luminosidad. Un 200 mm f:2.8 con un 2x se convertiría en un 400 mm f:5.6 para uso esporádico.

Los grandes teleobjetivos son la herramienta primordial para los fotógrafos de la vida salvaje

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