SOBRE EL AUTOR

Mel Schwartz –psicoterapeuta, consejero matrimonial y conferenciante– es una voz emergente en el campo de la transformación personal. Es uno de los primeros psicoterapeutas contemporáneos en activo en volcar las premisas básicas de la teoría cuántica en planteamientos y métodos terapéuticos que permiten a la gente superar sus problemas y conflictos y vivir a su máximo potencial. Mel es un claro ejemplo de las técnicas de autorrealización que él mismo revela. Con poco más de cuarenta años, dos hijos pequeños y disfrutando de una vida cómoda y apacible como empresario, comenzó a visualizar la posibilidad de cambiarla por otra que tuviese un propósito y un significado mucho más profundos. Decidió seguir su vocación y empezó a moverse en una dirección totalmente nueva –un camino lleno de incertidumbre–. El principio de posibilidad es uno de los resultados de esta transición.

También es autor de The Art of Intimacy, The Pleasure of Passion [El arte de la intimidad, el placer de la pasión] y ha escrito más de cien artículos –los cuales han sido leídos por más de un millón y medio de lectores– para la revista Psychology Today y en su blog A Shift of Mind. Ha ejercido como terapeuta privado durante más de dos décadas en Manhattan y en Westport, Connecticut, y también trabaja con clientes de todo el planeta a través de Skype. Se graduó en la Universidad de Columbia y ha sido un destacado ponente en la Universidad de Yale. Si quieres saber más sobre sus talleres, charlas y artículos, visita: melschwartz.com.

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Contenido
INTRODUCCIÓN
1 LA PROMESA DE LA VISIÓN CUÁNTICA DEL MUNDO
REPENSAR LA REALIDAD
2 POR QUÉ NECESITAMOS ACOGER LA INCERTIDUMBRE
LA NECESIDAD DE CERTEZA PROVOCA ANSIEDAD
EL DERRUMBAMIENTO DE LA CERTIDUMBRE
EL MIEDO A TOMAR LA DECISIÓN EQUIVOCADA
¿QUIÉN SERÉ YO SI DOY ESE PASO?
SUBIRSE A LA OLA DEL CAMBIO
3 RECUPERAR EL POTENCIAL PERDIDO
VOLVER AL ESTADO DE PURO POTENCIAL
CÓMO LIBERARNOS DE NUESTRO PASADO
4 TODOS ESTAMOS INTERCONECTADOS EN UN UNIVERSO INSEPARABLE Y PARTICIPATIVO
LAS IMPLICACIONES QUE TIENE EL ENTRELAZAMIENTO EN NUESTRA VIDA
ESTAMOS PASANDO POR ALTO LA IMAGEN COMPLETA
PARTICIPAMOS EN LA CREACIÓN DE LA TOTALIDAD
VER A TRAVÉS DE LA TOTALIDAD GENERA EMPATÍA
EL VALOR DE LA COOPERACIÓN: TODOS TENEMOS UNA FUNCIÓN ÚNICA QUE CUMPLIR EN LA TOTALIDAD
5 DOMINAR LOS PROPIOS PENSAMIENTOS
EL PODER DE LOS PENSAMIENTOS
EL LENGUAJE DEL MECANICISMO
MODIFICAR LOS PENSAMIENTOS O MODIFICAR LA FORMA DE PENSAR
SALIR DE LA ZONA FAMILIAR
CONVIERTE LA INQUIETUD EN TU ALIADA
PASAR DE TENER PENSAMIENTOS A PENSAR
PENSAMIENTO LITERAL FRENTE A PENSAMIENTO PARTICIPATIVO
UNA NUEVA «MEMORIA MUSCULAR»
6 MÁS ALLÁ DE LOS SUPUESTOS EXCLUYENTES
TRASCENDER LA DUALIDAD
NO DEJES DE PENSAR DE UNA FORMA FRESCA Y VIBRANTE
PLANTEÁNDONOS NUEVAS CUESTIONES NOS ABRIMOS A NUEVAS POSIBILIDADES
¿QUÉ ES LO QUE DETERMINA TUS CREENCIAS?
7 CÓMO LIBERARNOS DEL YUGO DE LA PATOLOGÍA
UNA EXPLORACIÓN DEL MITO DE LA OBJETIVIDAD
EL MITO DE LA OBJETIVIDAD SOCAVA LA PSICOTERAPIA
UNA EPIDEMIA SE SUFRIMIENTO
EL TRASTORNO DE LA DIAGNOSIS: CONFUNDIR EL PENSAMIENTO SUBJETIVO CON LA REALIDAD OBJETIVA
POR QUÉ LA TERAPIA BASADA EN EL DIAGNÓSTICO PUEDE CAUSAR AÚN MÁS DAÑOS
8 DESEAR ESTAR EN CONSTANTE TRANSFORMACIÓN: CÓMO CULTIVAR LA VERDADERA AUTOESTIMA
CÓMO LIBERARNOS DEL «¿QUIÉN SOY YO?»
LA COMPENSACIÓN EXCESIVA PRODUCE DESEQUILIBRIOS
LA FUERZA DE LA VULNERABILIDAD
REPLANTEAR LO QUE ES LA AUTOESTIMA
REPLANTEAR LO QUE SON LOS ERRORES Y EL FRACASO
EL PROBLEMA DE LA PERFECCIÓN
PREGUNTARSE «¿QUÉ PASARÍA SI...?» ES FANTÁSTICO
9 MÁS ALLÁ DE LA CONEXIÓN CUERPO-MENTE
NOS HAN LAVADO EL CEREBRO CON EL PARADIGMA CLÁSICO
LAS CONSECUENCIAS DE SEPARAR INTELECTO Y LA INTUICIÓN
REINTEGRAR EL INTELECTO Y LA INTUICIÓN
NUESTRO OLVIDADO SEXTO SENTIDO
SINCRONICIDAD
¿CÓMO LLEGAMOS A ESA NUEVA COSMOVISIÓN?
10 EL ENTRELAZAMIENTO ES EL LATIDO DEL AMOR
¿ERES DEPENDIENTE, INDEPENDIENTE O AUTÓNOMO?
PERSONAS ENTRELAZADAS..., PROBLEMAS ENTRELAZADOS
PUEDE SER ALGO PERSONAL, PERO NO HAY POR QUÉ PERSONALIZARLO
CAMBIAR LA ENERGÍA DE LA RELACIÓN
AL ACOGER LA DISONANCIA PROPICIAMOS EL CRECIMIENTO
ACOGER LA SUBJETIVIDAD Y LA INCERTIDUMBRE
EL ARTE DE LA RELACIÓN
LA INCERTIDUMBRE ES LA ESENCIA DEL ROMANCE
COMPROMETERSE A ESTAR EN CONSTANTE TRANSFORMACIÓN
11 LA COMUNICACIÓN COHERENTE
LA REGLA DEL CINCO POR CIENTO
¿ENTIENDES LO QUE DIGO?
EL DIÁLOGO GENUINO
HAY ESPACIO SUFICIENTE PARA LOS DOS: EL ESPÍRITU QUE CARACTERIZA AL DIÁLOGO GENUINO
EL ARTE DE ESCUCHAR
CÓMO EVITAR CONVERTIRSE EN LA REACCIÓN
LOS SENTIMIENTOS EQUIVOCADOS NO EXISTEN
CUANDO EL SILENCIO ES UNA CARGA EN LUGAR DE UN BÁLSAMO
12 NO ES SOLO UNA CUESTIÓN SEMÁNTICA
EL VERBO SER IMPIDE NUEVAS POSIBILIDADES
LIBERARNOS DE LOS COLAPSOS DE ONDA LIMITANTES
TOTALIDAD FRENTE A FRAGMENTACIÓN
¿EXISTEN REALMENTE LOS «HECHOS»?
AL RESCATE DE LAS RELACIONES
LIBERARSE DEL VICTIMISMO
CÓMO ENCONTRAR TU PROPIA VOZ: UNA VEZ MÁS, ABRAZANDO LA INCERTIDUMBRE
Epílogo DE LA VISIÓN ACTUAL AL NUEVO PARADIGMA
VERDADERA INTENCIÓN
LIBÉRATE DEL DOGMA Y TIRA A LA BASURA EL MANUAL DE INSTRUCCIONES
AGRADECIMIENTOS
SOBRE EL AUTOR

Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones, puede escribirnos a o bien regristrase en nuestra página web:
www.editorialsirio.com

Título original: The Possibility Principle

Traducido del inglés por Diego Sancho Merino

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Rafael Olivares

Diseño y maquetación: Toñi F. Castellón

Con amor y gratitud

para Leslie, mi compañera;

para Alex y Jesse, mis hijos,

y para Ruth y Sidney, mis difuntos padres

INTRODUCCIÓN

Recuerdo un día de fin de semana de hace unos veinte años en el que al despertarme por la mañana sentí una gran ansiedad. Me había divorciado recientemente y echaba de menos a mis hijos, que estaban pasando ese fin de semana con su madre, así que pensé que salir de casa y airearme un poco me ­ayudaría. Fui a dar un paseo en bicicleta, pero mientras iba pedaleando por las suaves colinas de mi ciudad natal, la angustia no solo no disminuyó sino que fue en aumento. Comprendí que lo que estaba sintiendo era el inicio de un ataque de ansiedad, algo que nunca antes me había sucedido.

Cuando volví a casa aún me encontraba muy alterado. Entré en el despacho y, distraídamente y sin prestar atención, tomé un libro al azar de la estantería. Se trataba de El punto crucial: ciencia, sociedad y cultura naciente, escrito por el experto en física cuántica teórica Fritjof Capra, * un libro que había comprado hacía tiempo pero que aún no había tenido oportunidad de leer. Lo abrí y comencé a leer sus palabras sobre un importante cambio en la forma de ver el mundo que estaba siendo catalizado por la física cuántica (también conocida como mecánica cuántica) y que estaba comenzando a tener un profundo impacto en muchos aspectos de la sociedad. Capra hablaba de cómo este nuevo sentido cuántico de la realidad se apartaba radicalmente de nuestra arraigada creencia en las obras –revolucionarias en su día– de los pensadores del siglo xvii Isaac Newton y René Descartes. 1 Sentí cómo a medida que iba leyendo mi entusiasmo iba en aumento. Me fascinaba esa visión de un universo maravilloso, caracterizado por ser inseparablemente uno y completamente interpenetrante; un universo en el que toda noción de separación se desvanecía. Además, esta nueva realidad indicaba que el universo existía en un estado de incertidumbre, es decir, en un estado de pura potencialidad.

A medida que continuaba leyendo, me quedé atónito al comprobar que la ansiedad y la desesperación habían sido reemplazadas por una cálida sensación de serenidad y conexión. Aunque en mis circunstancias externas no había cambiado nada en absoluto, lo cierto era que mi mundo interior estaba experimentando una transformación profunda: me estaba convirtiendo en un participante más de esa mágica totalidad sobre la que estaba leyendo. Ya no me sentía solo, sino que percibía claramente que yo mismo era también parte integral de ese universo. Me sentía tranquilo y conectado; la visión de Capra me había abierto al inmenso potencial que se puede derivar del hecho de sentirse conectado.

Según fui profundizando en la lectura de ese libro durante los días siguientes, mis temores se fueron disipando y empecé a abrazar el futuro confiando en que podría hacer que esos nuevos potenciales se hiciesen realidad. Cuando lo terminé me puse a investigar más sobre física cuántica, centrándome en la teoría y sus implicaciones (ya que los aspectos matemáticos y técnicos estaban más allá de mi comprensión). Me había metido de lleno en la tarea de comprender a fondo no solo la ciencia que subyace tras esa visión cuántica del mundo, sino, lo que es más importante, también cómo puede afectarnos a nivel personal. A medida que mi comprensión de la realidad fue cambiando para adaptarse a esos nuevos descubrimientos, mis creencias también fueron modificándose. Comencé a reflexionar sobre hasta qué punto mis creencias erróneas, ancladas en el miedo y en la idea de que el cambio es algo difícil, molesto y pesado, habían limitado mi vida. En última instancia, esa nueva comprensión acabó afectando prácticamente a todo lo que tiene que ver con cómo pienso y cómo vivo.

La nueva vida que surgió entonces en mí ya no estaba constreñida por mis antiguas limitaciones. Lejos de sentirme solo y desamparado, me fascinaba la experiencia transformadora que estaba teniendo y pensaba que, si eso me había funcionado tan bien a mí, ¿por qué no iba a funcionar también en los demás?, por lo que comencé a integrar estos conocimientos en mi trabajo como psicoterapeuta y consejero matrimonial, y el éxito que tuve con muchos de mis clientes me animó a continuar en esta dirección. Con el tiempo, fui desarrollando un enfoque accesible que aplica la cosmovisión cuántica al crecimiento personal, mostrándole a la gente cómo vivir con más alegría y menos miedo y cómo pensar, sentir, relacionarse y comunicarse de manera diferente basándose en esta nueva forma de ver el mundo.

Al mismo tiempo, comencé a enseñar este enfoque mediante una serie de conferencias y talleres dirigidos tanto a terapeutas como al público en general. La experiencia de trabajar con tantas personas y ser testigo de sus logros no hizo sino convencerme aún más de la validez de este enfoque en lo que respecta a la transformación personal. Este proceso también me ayudó a destilar mis nuevas ideas en unos pocos principios básicos que pudieran ser de utilidad a la gente.

Pero ¿exactamente de qué manera esta visión cuántica del mundo y sus principios básicos puede dar lugar a una transformación personal? Todo se reduce a una única palabra: posibilidad. He llamado a este libro El principio de posibilidad porque su propósito es abrir las ventanas de lo posible en todas las áreas de la vida. Estoy convencido de que podemos deshacernos de las creencias, los pensamientos y los comportamientos de siempre, los cuales no hacen más que restringirnos y limitarnos, y darles la bienvenida a los principios que se extraen de la física cuántica, los cuales tienen la capacidad de hacer que nuestra vida mejore. Hacerlo así permite que nuestra participación proactiva sea la que tome las riendas en lo que respecta a las experiencias que tenemos en la vida.

Este libro expone los muchos beneficios de los que podemos disfrutar al integrar los mensajes de la física cuántica en la vida cotidiana. Incluye algunos ejemplos extraídos de mi propia práctica diaria que te mostrarán de qué manera tú también puedes conseguir dar este gran paso adelante (para preservar la confidencialidad, he modificado los nombres e identidades de todos los clientes que aparecen en este libro).

Cuando abrazamos las posibilidades que nos ofrece la cosmovisión cuántica, lo que hacemos es invitar a la aparición de momentos determinantes, aquellos momentos en los que nos atrevemos a aventurarnos por terrenos desconocidos, cuando trascendemos nuestros propios conflictos y alcanzamos una nueva comprensión de la realidad. Por ejemplo, para mí leer El punto crucial de Capra fue un momento determinante. Son mucho más que simples momentos de comprensión o de revelación. Lamentablemente, gran parte de estas ­revelaciones –estos momentos ¡Eureka!– se desvanecen con el tiempo porque, estancados en la comodidad familiar, no las tratamos con el respeto que merecen. Un momento determinante es como una explosión singularizada de comprensión en la que tomamos la decisión de embarcarnos en una nueva dirección. Lo único que hace falta para abrir nuevos caminos es tener la voluntad de hacerlo, y esta es la verdad que constituye el núcleo central del principio de posibilidad: la posibilidad engendra cada vez más y más posibilidad.

Muchos libros y enseñanzas de crecimiento personal abordan la cuestión de los pensamientos –y, quizá, también las creencias–, pero dejan de lado algo sumamente importante: el reconocimiento de cómo la cosmovisión funcional (la forma que tenemos de ver el mundo, que determina cómo actuamos y nos comportamos en él) influye en nuestras creencias, nuestra forma de pensar y nuestra vida en general. Voy a demostrar que nuestra cosmovisión funcional es lo que genera el «paisaje» en el que vivimos y, como resultado, constituye la base de la experiencia. Dado que no soy científico, mis descripciones de la física cuántica son fáciles de entender y mi intención no es emplearlas en sentido literal sino metafórico. Dicho esto, la física cuántica se resiste a la imposición de definiciones rígidas incluso por parte de los más expertos en esta materia.

Al ayudar a mis clientes a dejar atrás una amplia gama de problemas y trastornos, he ido desarrollando una serie de prácticas que nos pueden ayudar a superar los obstáculos y a hacer que aparezcan nuevas posibilidades en nuestra vida. Cuando las analizamos más profundamente, nos damos cuenta de que muchas de las creencias funcionales que albergamos (es decir, las creencias en función de las cuales actuamos y operamos en el mundo) tienen muy poco sentido y nos hacen mucho daño. A lo largo de este libro iré presentando ejercicios –preguntas cuya función es incitar la autoindagación– que te ayudarán a reformular tu visión del mundo y a aplicar los principios cuánticos a tus propias creencias y forma de pensar. Dominar tus propios pensamientos y creencias sentará las bases para cultivar una auténtica autoestima, te ayudará a superar tus conflictos o tus problemas crónicos y mejorará tu capacidad de comunicación. A su vez, todos estos cambios pueden hacer que te abras a nuevas posibilidades en tus relaciones con los demás, y también en lo que respecta a la relación que tienes contigo mismo.

El primer capítulo comienza explicando la transformación de la comprensión científica que se ha producido a lo largo de los últimos tres siglos, cómo ha ido pasando del modelo mecanicista del universo concebido por pensadores como Newton y Descartes a las revolucionarias ideas de la física cuántica que se han ido desarrollando en los últimos noventa años. Después, trato de mostrar hasta qué punto la adicción inconsciente que tenemos a la antigua forma de ver el mundo está mermando y deteriorando nuestra capacidad para vivir de un modo sensato –y ya no digamos para alcanzar el desarrollo de todo nuestro potencial–. Cada uno de los tres capítulos siguientes explora un principio clave de la física cuántica que podemos utilizar de manera personal para nuestro propio beneficio. Del capítulo cinco al doce presento una gran cantidad de ejemplos que ilustran cómo podemos usar los conceptos cuánticos básicos para reestructurar la forma en la que nos vemos a nosotros mismos, interactuamos con los demás y con el medioambiente y nos comunicamos entre nosotros.

El objetivo de este libro es ayudarte a revisar y modificar tu forma de ver el mundo –y a ti mismo– a medida que vayas aprendiendo y adoptando las técnicas que te permitirán empoderarte y navegar por tu vida agarrando el timón sin miedo con tus propias manos. Aprenderás una serie de métodos que te permitirán convertirte en el maestro de tus propios pensamientos y descubrir un profundo significado y propósito en tu vida.

Ha llegado el momento de que cada uno de nosotros experimente una revolución personal, tal y como lo hizo el mundo de la ciencia hace nueve décadas. Es hora de que abandonemos de una vez por todas una visión del mundo que hace ya tiempo quedó desfasada, para adoptar así una nueva cosmovisión mucho más avanzada y beneficiosa: la concepción del mundo que nos ofrece la física cuántica. Es el momento de que cada uno de nosotros explore nuevas posibilidades, las cuales podemos convertir en realidades cuando nos liberamos de la vieja perspectiva que nos mantiene estancados en tantas y tantas facetas de la vida. La lectura de este libro es tu primer paso. Bienvenido a tu nueva vida cuántica.


* Editorial Sirio ha publicado otra excelente obra del autor: El Tao de la física, que aborda los paralelismos entre la física cuántica y el misticismo oriental.

1 Fritjof Capra, El punto crucial: Ciencia, sociedad y cultura naciente (Málaga: Troquel, 1996).

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, me gustaría dar las gracias a Peter Occhiogrosso, mi editor particular, quien ha sido mi mayor aliado y mi persona de confianza en toda esta empresa. Muchas gracias también a Stan Friedman, mi consigliere, y a mi agente literaria, Felicia Eth. Quiero expresar mi enorme gratitud al personal de Sounds True, y en particular a su editora, Amy Rost.

Mi labor, tanto al escribir este libro como al aplicar mis métodos de trabajo, se ha ido desarrollando a través de una actitud interdisciplinar en la que me centré en campos distintos a la psicología para tener así una visión más amplia de mis ideas emergentes. Entre aquellos que me han inspirado e iluminado se encuentra el físico David Bohm y su monumental trabajo sobre el pensamiento y el diálogo. El trabajo del filósofo Alfred North Whitehead hizo que apareciesen en mí ideas y enfoques radicalmente nuevos. Las ideas de Ervin Laszlo, Menas Kafatos y Larry Dossey en el campo del entrelazamiento y la unidad han iluminado mi camino, y les estoy muy agradecido por ello.

Mi más profundo agradecimiento a Leslie, mi compañera, por su paciencia, devoción y aliento a través del proceso de escritura, y a mi hijo Alex por su amor y su apoyo infatigable. También a mi hijo Jesse, cuya perspicacia y diligencia fueron absolutamente esenciales en las primeras fases de la escritura de este libro; te aseguro que no podría haberlo hecho sin ti, hijo mío. Un agradecimiento muy especial a mi primo Eugene, que fue el verdadero catalizador de este proceso al insistir en que escribiese el libro. Por último, quiero expresar mi inmenso agradecimiento a mis padres, Ruth y Sidney, quienes me inculcaron la profunda convicción de que cualquier cosa es posible.

Epílogo
DE LA VISIÓN ACTUAL
AL NUEVO PARADIGMA

Cuando equiparamos la experiencia humana –presente y pasada– con el término naturaleza humana, estamos haciendo una suposición equivocada. Esta creencia es como ver el comportamiento de un niño y asumir que su crecimiento y desarrollo ya han llegado a su culminación y que, por lo tanto, no se va a producir ningún proceso de maduración posterior. Muy bien podríamos encontrarnos aún en las últimas fases de la infancia o en la primera adolescencia en lo referente a lo que significa ser humano, por lo que habríamos confundido los hábitos que hemos desarrollado hasta ahora al tomarlos por equivalentes a nuestra naturaleza humana. En mi opinión, en la actualidad nos encontramos a punto de dar un paso decisivo en nuestra evolución y de abrazar nuestra naturaleza genuina, una naturaleza que resuena en la unidad del universo ­participativo y que está en sintonía con él. Darnos cuenta de su presencia y comenzar a manifestarla nos permite entrar en contacto con nuestro verdadero potencial, lo que anuncia el inicio del proceso de transformación personal.

Aunque la noción de gradualismo –progreso lento y constante– es una idea comúnmente aceptada y transmitida, lo cierto es que resulta engañosa. ¿Por qué lento y constante? Ese enfoque puede ser beneficioso a la hora de correr una maratón, pero no encuentro ninguna virtud en el hecho de retrasar la aparición de una participación mucho más plena y satisfactoria en la vida. En general, soy contrario al gradualismo y, en su lugar, abogo por que cada uno trate de catalizar sus momentos determinantes. ¿Por qué retrasar la prosperidad? ¿Por qué no romper de una vez el arnés que nos ata? Como ya hemos visto, en el mismo momento en el que comenzamos a pensar y a percibir de modo distinto, abrimos las compuertas para que nuevas posibilidades inunden nuestra vida.

Yo mismo he sido testigo de cómo mucha gente ha sido capaz de alcanzar este momento de ruptura y de mantenerlo posteriormente. Y eso es, precisamente, lo verdaderamente importante de un momento determinante. Si no mantenemos la nueva visión que se produce en ese momento de ruptura, no se trata realmente de una ruptura. La manera de mantener los momentos determinantes es no levantar el pie del acelerador. Sin embargo, la pregunta sigue siendo: ¿por qué algunos no tenemos problema a la hora de aventurarnos en el proceso de cambio mientras que otros que también lo están buscando siguen sintiéndose frustrados? Y también: ¿cómo puedes tú, como individuo, acelerar tu desarrollo personal?

VERDADERA INTENCIÓN

Para poder acceder a una nueva posibilidad y ser capaces de manifestarla, primero es necesario que tengamos la intención de hacerlo. Y, sin embargo, en mi experiencia, muchas personas muestran que tienen una clara intención pero no dan los pasos necesarios para conseguir sus objetivos. Eso se debe a que la intención, por sí sola, no es suficiente. Para avanzar realmente, la intención ha de ir de la mano de una verdadera voluntad o determinación. Pensemos en un velero. Izar las velas sería el equivalente de tu intención de transformarte, pero si no hay viento no llegarás muy lejos y te limitarás a flotar a la deriva. Pues bien, piensa que el viento que sopla en tus velas es el equivalente a tu voluntad. A veces, palabras como voluntad o determinación tienen una connotación peyorativa que hace referencia a la obstinación, la terquedad o la falta de predisposición para cambiar de dirección. Sin embargo, este es exactamente el tipo de resolución y de determinación que defiendo.

Lo que separa o distingue a aquellos que consiguen alcanzar la transformación y concitar nuevos potenciales de aquellos otros que siguen esforzándose por ­conseguirlo es, precisamente, que centran su voluntad, su decisión y su determinación en una sola meta. Tu intención tiene que estar acompañada de una voluntad inquebrantable (intención + voluntad = potencial). Cuando integres las nuevas ideas y técnicas que has ido aprendiendo y las refuerces con una verdadera intención (llena de determinación y voluntad), tomarás las riendas y comenzarás a participar activamente en las experiencias que tengas en la vida. En cambio, si dejas que las dudas o las indecisiones te distraigan, tendrás menos probabilidades de alcanzar tu objetivo.

Nuestras creencias básicas y los patrones de pensamiento a los que dan lugar son los que determinan que tengamos una verdadera intención y determinación o no. Pueden decirnos: «¿Por qué no puedo...?», o bien: «¿Por qué no voy a poder...?». Obviamente, la primera de estas dos opciones pone de manifiesto que estamos buscando razones o motivos para no tener éxito, mientras que la segunda está claramente abierta al futuro. Presta mucha atención a en cuál de estos dos ámbitos tienden a girar tus pensamientos, y si resulta que es en el primero, pregúntate: «¿De dónde proviene esta creencia?». Ahora ya sabes qué tienes que hacer para liberarte de ella, es decir, para dejar atrás la impronta de un colapso de onda limitante. Ser consciente de dónde se halla la fuente de aquello que te está reteniendo es lo que te capacita para avanzar hacia la segunda pregunta: «¿Por qué no voy a poder...?».

LIBÉRATE DEL DOGMA Y TIRA A LA BASURA EL MANUAL DE INSTRUCCIONES

Desde la perspectiva participativa, en la cual la consciencia y el universo son uno y lo mismo, la idea de la existencia de leyes inmutables se vuelve insostenible. La noción de una realidad absoluta e inmutable parece incoherente con un proceso de creación de la realidad que está en perpetuo desarrollo. Nada permanece inalterado. Dado que la realidad se despliega y emerge de forma perpetua, no está sujeta a leyes deterministas. Por tanto, ¿cómo podemos tener leyes del universo?

Lo que conocemos como ley no es más que una construcción mental humana; recordemos que la reificación es una manifestación de nuestra propia consciencia que organiza el mundo y la realidad con el propósito de poder comprenderlos. Las leyes son creaciones de la mente, ni más ni menos.

El hecho de que proyectemos leyes en el cosmos constituye un excelente ejemplo de la tendencia antropomórfica que nos caracteriza. De forma análoga a lo que vimos que ocurría con los hechos y las definiciones, proclamar la «verdad» de leyes fijas niega la naturaleza evolutiva y participativa del universo y pone claramente de manifiesto la necesidad que tenemos de categorizar y clasificar. Puede que con esto consigamos aumentar nuestra base de conocimientos, pero también nos hace ver falsas realidades.

Hacemos algo similar a través de los memes que elaboramos sobre cómo debemos vivir, relacionarnos y comunicarnos. Esta especie de manual de instrucciones virtual hace que protejamos nuestras vulnerabilidades, es lo que nos aísla y nos hace querer «ganar» en lugar de relacionarnos y conectar con los demás. Está claro que las reglas con las que operamos y funcionamos en la vida fallan estrepitosamente. Si estas reglas de funcionamiento no están teniendo éxito, ¿por qué motivo tendríamos que seguir anclados en ellas? Durante el descanso de un partido de fútbol, si un equipo va perdiendo 10 a 0, puedes estar seguro de que el entrenador diseñará un plan de juego completamente nuevo. Eso es precisamente lo que te animo a hacer. El plan de juego que existe actualmente es el causante de gran parte de la desesperación que encontramos a nuestro alrededor. Así que adoptemos una nueva estrategia para la vida que esté basada en los maravillosos mensajes de los nuevos descubrimientos científicos que fomentan y cultivan nuestras cualidades más humanas. Se trata de un campo de conocimiento que propicia nuestra autenticidad como seres humanos al liberarnos de las mordazas del mecanicismo. Tu nueva filosofía de vida ha de estar dedicada a lograr una participación plena en el proceso de despliegue –de transformación constante– de tu vida, tanto para ti como para todos aquellos con los que entres en contacto.

12
NO ES SOLO UNA
CUESTIÓN SEMÁNTICA

¿Por qué nos ha llevado tanto tiempo realizar la transición hacia el paradigma participativo? Al fin y al cabo, ha transcurrido ya casi un siglo desde que los primeros descubrimientos en el campo de la física cuántica alterasen nuestra concepción de la realidad. ¿Qué nos retiene?

Personalmente, creo que la semántica no nos deja avanzar. La forma en la que pensamos y hablamos sigue estando basada en palabras que hacen que estemos completamente inmersos en el pensamiento clásico newtoniano y aristotélico. Este problema parece estar muy profundamente arraigado en nosotros: las palabras anclan los pensamientos, las percepciones, los sentimientos y las relaciones que tenemos en un lenguaje fijo, determinista y basado en la objetividad. Tal y como afirman los lingüistas D. David Bourland y Paul ­Dennithorne Johnston en su libro To Be or Not [Ser o no]: «El lenguaje va muy por detrás de la comprensión científica actual de la realidad». 1 Consecuentemente, nuestra mente no evoluciona al ritmo de los nuevos descubrimientos científicos, sino que se mantiene encerrada por las palabras que nos limitan y constriñen. George Lakoff, el notable lingüista y científico cognitivo, lo explica de esta manera: «El lenguaje que concuerda con una cosmovisión determinada activa dicha cosmovisión, la refuerza, a la vez que niega y debilita las demás». 2

Las palabras que usamos actúan como el recipiente que da forma a nuestros pensamientos y sentimientos. Lo que en un principio equivale a poco más que una impresión instintiva o la emergencia puramente visceral de una idea, cobra vida a través de las palabras, y, a su vez, estas determinan la forma en la que vemos la vida y cómo actuamos y nos desenvolvemos en ella. La manera en la que creemos que funciona el universo, lo que pensamos y sentimos respecto a los demás y a nosotros mismos, nuestras relaciones..., todo ello viene conformado por las palabras. Por lo tanto, el lenguaje deja una impronta muy profunda en la mentalidad. Los trabajos pioneros del lingüista Benjamin Lee Whorf sugieren que al alterar o modificar el modo en el que empleamos el lenguaje, también estamos actualizando la forma en la que creemos que opera la realidad. 3 La transición hacia el paradigma participativo cojea cuando seguimos ­utilizando palabras que reflejan los dogmas de una cosmovisión completamente anticuada y desfasada.

EL VERBO SER IMPIDE NUEVAS POSIBILIDADES

Alfred Korzybski fue el primero en proponer la eliminación de las formas verbales del verbo ser (soy, eres, es, era, éramos, eran, sido, siendo, etc.) en su revolucionario libro Science and Sanity: An Introduction to Non-Aristotelian Systems and General Semantics [Ciencia y cordura: una introducción a la semántica general y los sistemas no aristotélicos]. 4 Posteriormente, David Bourland desarrolló esta idea y elaboró una serie de prescripciones para eliminar el verbo ser y sus formas derivadas que acabó conociéndose con el nombre de lenguaje E-Prime.* Pero ¿por qué motivo querríamos eliminar términos tan aparentemente fundamentales de nuestro vocabulario? Porque cuando usamos el verbo ser estamos objetivando nuestras percepciones y convirtiéndolas en algo fijo y absoluto, como corresponde al mundo mecanicista. Este verbo y sus formas derivadas constituyen las unidades básicas con las que se construye el pensamiento literal –ese tipo de pensamiento que nos hechiza con la separación, la objetividad y el determinismo– y contrastan claramente con el lenguaje que evoca la cosmovisión participativa.

Por ejemplo, analicemos la frase «Joe es un perezoso». Representa una afirmación fija y objetiva de los hechos; lo que sugiere, es así. Pero puede que Joe dé la impresión de ser un perezoso cuando se siente falto de inspiración, cuando se aburre o cuando está distraído. O tal vez Joe coma en exceso, lo que hace que se sienta fatigado, por lo que parece comportarse de forma perezosa. Si retiramos la palabra es, podríamos decir: «Joe parece estar algo perezoso hoy», lo cual ya nos proporciona un cierto contexto, o: «Siempre me da la impresión de que a Joe le puede la pereza», lo cual daría cuenta de mis pensamientos subjetivos respecto a él. En cambio, «Joe es un perezoso» no parece una afirmación relativa o condicional. ¿No podría Joe parecer un perezoso ahora, pero que también pudiese sentirse muy motivado en otros momentos de su vida? Por ejemplo, si descubre su pasión el año que viene, ¿seguirá siendo perezoso? La palabra ser y todas sus formas verbales excluyen la posibilidad de cambio y dan a entender que las cosas existen realmente en un estado fijo y permanente. No en vano, estas palabras constituyen la base lingüística del paradigma mecanicista, por lo que no resulta extraño que nos cueste tanto cambiar.

Veamos en más detalle de qué manera este verbo impide el cambio y la transformación. El amigo de Tom podría decir: «Mi amigo Tom es un adicto». Si retirásemos la palabra es y dijésemos: «Tom está luchando con sus adicciones», no caeríamos en la tentación de emitir una afirmación absoluta e invariable. En el contexto de las reuniones de Alcohólicos Anónimos, cada asistente suele tener que decir: «Soy alcohólico». Puede que esta actitud les ayude a mantenerse sobrios, pero limita gravemente su crecimiento personal y espiritual, pues les fuerza a verse siempre de la misma manera. Dentro de diez años, tal vez Tom pueda proclamar: «He padecido alcoholismo durante muchos años, pero ahora ya estoy bien. A pesar de ello, he tomado la decisión de no beber alcohol y permanecer sobrio». Ese tipo de declaración hace que Tom pueda seguir evolucionando y le permite dejar de actuar como una víctima. El verbo ser impide que tengamos momentos determinantes porque niegan toda posibilidad de cambio. En lugar de eso, consolida y refuerza nuestra realidad al tiempo que eclipsa nuestra capacidad para darnos cuenta de nuestra propia participación en el proceso del flujo natural de la realidad.

Recuerda, el universo se encuentra en un estado perpetuo de superposición –de pura potencialidad– a partir de la cual todo fluye. Por lo tanto, cualquier circunstancia que parezca fija e inamovible debería parecernos ilógica e incongruente. No deberíamos decir «Joe es...», «yo soy...» o «tú eres...», ya que estas expresiones implican inmutabilidad. Es excluye cualquier otra posibilidad; las formas verbales del verbo ser son radicalmente opuestas y contrarias al principio de posibilidad.

El uso de este verbo nos impide ver la vida como una experiencia fluida y en constante despliegue y, ­consecuentemente, tiene un efecto netamente obstruccionista. Nos vuelve ciegos al movimiento anclándonos a ideas fijas y concretas y a la determinación de mantener las cosas estáticas en lugar de dejar que fluyan. Es, soy, ser... Todas estas palabras evocan estados inertes.

Heráclito, el famoso filósofo griego que dijo que resulta imposible bañarse dos veces en el mismo río, creía en la inexorabilidad del cambio. 5 Hace años yo mismo solía decir con frecuencia que la única constante del universo es el cambio. Sin embargo, ahora veo un par de errores en esa afirmación. Por un lado, el uso que en ella hacía de la palabra es parece incoherente con lo que creo ahora. Por otro lado, me di cuenta de que la palabra cambio carece de significado si no existe también la ausencia de cambio. No obstante, como ya he dicho, todo fluye. El uso que hacemos del verbo ser hace que el flujo se detenga en seco. No hay nada que, simplemente, sea.

LIBERARNOS DE LOS COLAPSOS DE ONDA LIMITANTES

Muchas veces, al usar el verbo ser de forma negativa en relación con nosotros mismos, estamos limitando o dejando a un lado nuestra propia autoestima. «Soy un perdedor» parece una sentencia mucho más perjudicial que «me siento como un perdedor». Al fin y al cabo, si me siento como un perdedor, puedo preguntarme qué me ha hecho llegar a sentirme así, por qué he llegado a creer eso y qué puedo hacer para cambiarlo. No cabe duda de que tanto mis sentimientos como mi percepción pueden cambiar, pero si «soy un perdedor», ese atributo parece algo fijo, una especie de constante.

Consideremos algo que se suele decir con frecuencia: «No soy lo suficientemente inteligente». Parecería mucho más saludable expresar: «Me siento estúpido cuando no sé la respuesta», de modo que nos demos permiso a nosotros mismos para salir de esa situación negativa. El verbo ser tiende a fijar y bloquear los colapsos de onda limitantes de nuestra vida, dejándonos atascados en la misma sintonía, repitiendo una y otra vez el mismo estribillo de la misma canción. De hecho, muchos de estos colapsos de onda limitantes provienen del propio uso de las distintas desinencias del verbo ser. Por ejemplo, consideremos la diferencia que hay entre decirle a tu hijo «eres un desobediente» o «te comportas como un desobediente».

Una tarde, dando una clase en uno de mis cursos Dominar el pensamiento, comenzamos a analizar los colapsos de onda que determinaban y configuraban nuestra identidad. Les pedí a todos los participantes que reflexionaran sobre su niñez, que localizasen mentalmente algún colapso de onda limitante y la subsecuente creencia que había producido en sí mismos. Un hombre del grupo, que hasta ese momento no había hablado, se animó a participar y compartir su experiencia con los demás: «No soy nada. No soy más que un vacío», dijo. A todos pareció sorprenderlos el vulnerable candor que había mostrado ese hombre, por lo que hubo unos momentos de silencio. Después le pedí que dijese lo mismo pero sin usar el verbo ser, sin la palabra soy, a lo que él respondió: «Me percibo a mí mismo como una nada. Me siento vacío». Al decirlo, su rostro se iluminó, pues en ese momento se percató de que su situación podía cambiar. Lo que sentía, a pesar de que había quedado profundamente arraigado en su interior a lo largo de toda una vida, ahora le parecía potencialmente modificable, susceptible de ser alterado.

Quizá recuerdes la historia de Sam del capítulo siete, un hombre que había sufrido de depresión durante toda su vida y que contaba cómo todos los diagnósticos que le daban los médicos no hacían sino confirmar que era una persona deprimida. Vivía y sentía su vida en función de este diagnóstico. En su caso, la transición comenzó a producirse con el pensamiento: «Me siento deprimido» o «Siempre me he sentido deprimido», pues al adoptar esta actitud podía empezar a analizar por qué se sentía así y abrir las puertas a un cambio en su forma de percibir. Eliminar el verbo ser lo capacitó para darse cuenta de que el colapso de onda que sufrió de niño había determinado posteriormente su sentido del yo, es decir, cómo se veía y se percibía a sí mismo.

En otro contexto, estuve tratando a un caballero que hablaba de su pesimismo: «Soy el tipo de persona que siempre ve el vaso medio vacío». Esa forma negativa de referirse y medirse a sí mismo había dejado una fuerte impronta en la imagen que tenía de sí mismo y en su vida en general. Le pedí que reformulase esa idea pero sin utilizar el verbo ser. Cuando dijo: «Mis pensamientos me hacen ver el vaso medio vacío», se abrió a la idea de que sus pensamientos conformaban su realidad, la cual mantenía encerrada usando el verbo ser.

Reflexiona sobre cualquier creencia a la que te aferres que esté limitando tu vida. Trata de formularla nuevamente pero sin usar ninguna forma del verbo ser y observa cómo de este modo te liberas de la creencia.

TOTALIDAD FRENTE A FRAGMENTACIÓN

El uso de la palabra es resuena con la filosofía aristotélica, la cual, como recordarás, propone que una idea, un discurso o un relato dado o bien es cierto o bien no lo es. Esto nos llevó al pensamiento basado en los opuestos excluyentes. Recordemos que en física cuántica la luz tiene una capacidad dual. Dado que puede manifestarse como una partícula, como una onda o como ambas a la vez, no podemos decir simplemente que la luz es. Y, como ya sabemos, el mundo de lo macroscópico en el que nos desenvolvemos cotidianamente también resulta absolutamente cuántico. La palabra es divide y fractura la realidad en dos compartimentos: el de lo que es y el de lo que no es. Esta simple palabra de dos letras influye significativamente en la forma en la que pensamos al dividir la totalidad en pequeños fragmentos. En muchos casos, impone una realidad errónea y desajustada y nos dificulta en gran medida la comunicación, tanto con los demás como con nosotros mismos.

En el capítulo seis hemos analizado la naturaleza de las preguntas con respuesta binaria, las cuales requieren por lo general el uso del verbo ser. Como afirmó George W. Bush durante su discurso en la sesión conjunta del Congreso y el pueblo estadounidense del 20 de septiembre del 2001: «O sois de los nuestros o sois de los que apoyan a los terroristas» (las cursivas son mías). Démonos cuenta de la dicotomía radical que establece esta distinción.

Por otro lado, el verbo ser también reduce las cuestiones complejas a una simple elección dual excesivamente simplificada y basada en una mentalidad totalmente inadecuada: la que establece que las cosas o son correctas o son incorrectas. Tú eres esto o yo soy aquello. El contexto y la relatividad se pierden por completo al hacer afirmaciones empleando las diferentes desinencias de este verbo. Con ellas, nos limitamos a dar con brocha gorda una capa uniforme de pintura sobre el riquísimo, complejo y lleno de matices tapiz de la experiencia humana.

¿EXISTEN REALMENTE LOS «HECHOS»?

Una noche, mientras discutía estas cuestiones del lenguaje cenando con unos amigos, Florie, su hija de diez años, preguntó: «Si no usamos la palabra es, ¿no significa eso que los hechos no existen?». La pregunta me pareció maravillosamente perspicaz, pues iba directamente al meollo del asunto. Eso que denominamos hechos simplemente retrata las representaciones de todo aquello en lo que una gran mayoría estamos de acuerdo de forma consensuada. Parece que, con el tiempo, los hechos siempre van cambiando. La verdad de ayer se convierte en la locura de mañana. La definición de la gravedad cambió de Newton a Einstein cuando las observaciones científicas corroboraron la teoría de la relatividad de este último. ¿Qué ocurrió entonces con el hecho de la gravedad?

Cuando yo era niño, los profesores y los libros de texto nos decían que los planetas del sistema solar son nueve. ¿Acaso esto representaba un hecho inalterable e inmutable del universo? La palabra son así parecía indicarlo. En la actualidad, nuevos análisis y descubrimientos nos dicen que Plutón ya no puede considerarse como un planeta. ¡Así que los hechos cambian! Ciertamente, la propia palabra hecho en sí no tiene demasiado sentido.

Con la teoría de la relatividad de Einstein hemos comenzado a darnos cuenta de que incluso el tiempo es relativo. Aunque resultaría más adecuado decir que el tiempo parece relativo, porque muy bien podría darse el caso de que en el futuro nuevos descubrimientos modificasen la forma en que lo concebimos. Sin embargo, pareciera que las palabras que usamos nos hiciesen olvidar por completo ese detalle. El verbo ser nos embauca a través del objetivismo (convirtiendo la realidad en cosas) y del obstruccionismo (impidiendo el inexorable flujo del universo). Como resultado, estos verbos de orientación clásica nos aprisionan en las creencias doctrinales del viejo paradigma. Nos hablan del mundo de Newton, del mundo de las cosas fijas.

Los diccionarios, que se basan estrictamente en el concepto de definición, llevan incluso más allá la idea de ser por el acto mismo de definir las cosas. Imaginemos por un momento qué aspecto tendría un diccionario del futuro que incorporase la visión del paradigma participativo. Podría comenzar de esta manera: «Este diccionario describe nuestro entendimiento consensual actual de las palabras que se muestran a continuación. Reconocemos que, con el paso del tiempo, estas descripciones pueden cambiar». Un prefacio así dejaría atrás los constructos de los hechos inmutables y se adentraría en las descripciones temporales, que, idealmente, se ajustarían a la cosmovisión participativa.

AL RESCATE DE LAS RELACIONES