Image

Encanto y triunfo de amor

(y otras obras inéditas de academias salmantinas de principios del siglo XVIII)

CLÁSICOS HISPÁNICOS

Nueva época, nº. 10

Director: Abraham Madroñal (Université de Genève / CSIC, Madrid)

Secretario: Emmanuel Marigno (Université de Saint-Étienne)

Consejo de redacción:

Nouredin Achiri (Université Sidi Mohamed Ben Abdellah, Fez)

Wolfram Aichinger (Universität Wien)

Carlos Alvar (Université de Genève)

Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona)

Frederick de Armas (The University of Chicago)

José Camões (Universidade de Lisboa)

Enrica Cancelliere (Università di Palermo)

Luis Alberto de Cuenca (Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC, Madrid)

Jean-Pierre Étienvre (Université Sorbonne, Paris)

Luciano García Lorenzo (Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC, Madrid)

Aurelio González (El Colegio de México)

Javier Rubiera (Université de Montréal)

Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität Münster)

Martina Vinatea (Universidad del Pacífico, Lima)

Consejo asesor:

Víctor Arizpe (Texas A&M University at College Station)

Pedro Cátedra (Universidad de Salamanca)

Trevor J. Dadson (Queen Mary, London)

Philip Deacon (The University of Sheffield)

Javier Díez de Revenga (Universidad de Murcia)

Luis Iglesias Feijoo (Universidad de Santiago de Compostela)

Vibha Maurya (University of Delhi)

Alberto Montaner (Universidad de Zaragoza)

José Luis Moure (Universidad de Buenos Aires)

José Antonio Pascual (Real Academia Española, Madrid)

Jesús Pérez Magallón (McGill University, Montreal)

Evangelina Rodríguez Cuadros (Universidad de Valencia)

Fernando Rodríguez de la Flor (Universidad de Salamanca)

Enrique Rubio (Universidad de Alicante)

Germán Vega García-Luengos (Universidad de Valladolid)

Diego de Torres Villarroel

Encanto y triunfo de amor

(y otras obras inéditas de academias salmantinas de principios del siglo XVIII)

Edición crítica, introducción y notas de Jaume Garau y Abraham Madroñal

Iberoamericana – Vervuert

Madrid – Frankfurt
2016

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial.

Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

© de esta edición

© Iberoamericana, 2016

c/Amor de Dios, 1 · E-28014 Madrid

Tel. +34 91 429 35 22 · Fax +34 91 429 53 97

© Vervuert, 2016

Elisabethenstr. 3-9 · D-60594 Frankfurt am Main

Tel. +49 69 597 46 17 · Fax +49 69 597 87 43

info@iberoamericanalibros.com

www.ibero-americana.net

ISBN 978-84-8489-891-7 (Iberoamericana)

ISBN 978-3-95487-459-0 (Vervuert)

ISBN 978-3-95487-867-3 (e-book)

Realización: Negra

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

ÍNDICE

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

1. EL AUTOR. DON DIEGO DE TORRES Y LA QUENDADA

1.1. La Quendada, una academia burlesca de principios del XVIII

1.2. Un nuevo manuscrito relacionado con la Quendada y con otras academias salmantinas

1.3. La Expulsión de D. Diego de Torres del Colegio de la Quendada (vulgo del Cuerno) y su relación con academias y certámenes del siglo XVII

2. EL TEXTO. UNA COMEDIA INÉDITA DE TORRES, ENCANTO Y TRIUNFO DE AMOR

2.1. A medio camino entre la comedia con música, la comedia de magia y la zarzuela

2.2. Personajes

2.3. Estructura

Primera jornada (vv. 1-624)

Segunda jornada (vv. 625-1271)

Tercera jornada (vv. 1272-1893)

2.4. Conclusiones

2.5. Métrica y sinopsis

CRITERIO EDITORIAL

BIBLIOGRAFÍA

APÉNDICES

APÉNDICE 1

APÉNDICE 2

Ms. 6869 de la Biblioteca Rodríguez Moñino

APÉNDICE 3

Academia de la Quendada (selección)

[f. 1]. Introducción

Cedulillas del certamen

APÉNDICE 4

Libro nuevo de varios poemas

Al que leyere

Glosa lírica que hizo don Diego de Torres y Villarroel

Respuesta de don Gabriel Gilberto Cavalleri a los versos de don Diego de Torres

ENCAN TO Y TRIUNFO DE AMOR

JORNADA PRIMERA

JORNADA SEGUNDA

JORNADA TERCERA

PRÓLOGO

Es de sobra conocida la vida de don Diego de Torres; en buena parte porque él mismo se encargó de dejarnos por escrito una obra de carácter autobiográfico en que se relataba con detalle, que ha sido objeto de varias ediciones anotadas y de un pormenorizado estudio. En buena medida, dicha Vida ha sido relacionada con la narración picaresca, por algunos de los hechos que allí se enumeran y por el carácter mismo de la escritura.

Pero si alguna parte de dicha biografía merece el calificativo de «picaresca» es sin duda aquella que Torres dedica a contar sus peripecias de estudiante en la Universidad de Salamanca y, en particular, los sucesos relacionados con las reuniones de compañeros de profesión, entre las cuales se sitúan las academias y certámenes de que hablaremos a continuación y en especial la academia conocida como la Quendada.

Academias y justas literarias que se organizaban a imagen de las que se habían llevado a cabo en el siglo XVII y que frecuentemente tienen los mismos cometidos que aquellas, de las cuales incluso se llegan a copiar algunas partes.

Dentro de esas reuniones de ingenios escolares seguramente se desarrollaron también obras de teatro, una de las cuales es la comedia que ahora editamos, Encanto y triunfo de amor. Obra muy poco conocida, que no se relaciona entra las que compuso don Diego, pero que no merece olvido tan absoluto.

Queremos expresar nuestra más sincera gratitud por la ayuda prestada en este libro a los profesores Julio Alonso Asenjo, Piedad Bolaños, Rafael Bonilla Cerezo, Jacobo Cortines, Juan Manuel Escudero Baztán, Gerardo Fernández San Emeterio y Álvaro Torrente. De manera muy especial, agradecemos la inestimable colaboración de Luisa Rosselló Castillo.

Solo resta añadir que este libro se ha desarrollado en el marco del proyecto «Estudio y edición crítica de las obras teatrales inéditas de Diego de Torres Villarroel (Salamanca, 1694-1770)» (BFF2000-1068), y ha sido también financiado por el proyecto I+D+i del MINECO «La novela corta del siglo XVII (y II)» (FFI2013-41264-P), del que es investigador principal Rafael Bonilla (Universidad de Córdoba).

INTRODUCCIÓN

1. EL AUTOR. DON DIEGO DE TORRES Y LA QUENDADA

1.1. La Quendada, una academia burlesca de principios del XVIII

En la Biblioteca Rodríguez Moñino, fuente de tantas sorpresas bibliográficas, se conserva un interesante manuscrito formado por composiciones poéticas de ingenios de principios del XVIII, que se juntaban en Salamanca en una especie de academia burlesca denominada «Quendada»1. Dicha academia, constituida como imitación paródica de las serias que tanto abundaban por aquel tiempo, disponía de unos estatutos, es de suponer que escritos en el mismo tono de las composiciones de dicho manuscrito.

Nos interesa especialmente por dos motivos: el primero, por la academia en sí, muy similar a las que se formaron de este tipo en la corte de los Austrias, como por ejemplo las academias burlescas de 1637 y 1638, y por el certamen poético que recoge, que se inspira mucho en otro celebrado en Salamanca en 1687; el segundo, por recoger entre sus versos composiciones líricas y dramáticas de don Diego de Torres Villarroel que no se han impreso nunca y que tal vez merezcan más atención de la que hasta ahora se les ha dispensado. No en vano, el comportamiento picaresco que muchas veces reflejan su Vida y otras obras se fraguó sin duda en estos primeros momentos de su actividad como estudiante que recogen los versos de la Quendada, que han permanecido prácticamente ocultos para la crítica, salvo honrosas excepciones.

En efecto, uno de los especialistas más prestigiosos en el estudio del Gran Piscator salmantino, el profesor Guy Mercadier, que tuvo conocimiento de estos manuscritos por información que le facilitó don Antonio Rodríguez Moñino, escribía a propósito de las obras de Torres contenidas que no valían demasiado la pena y que había hecho bien su autor en no darlas a la estampa en la recopilación que llevó a cabo de sus obras. Sin embargo, ni los poemas ni la comedia Encanto y triunfo de amor que se conservan en el manuscrito de la Quendada merecen olvido tan absoluto, porque según nuestra opinión su interés no es puramente arqueológico2.

El propio Torres alude a este colegio o academia, también conocido como del Cuerno, de la Muerte o de los Quendos de la muerte, en el trozo tercero de su Vida:

Omito referir la fundación y extravagancias del Colegio del Cuerno, porque no son para puestas al público tales locuras. Solo diré que esta ridícula travesura dio que reír en Salamanca y fuera de ella, porque los colegiales eran diez o doce mozos escogidos, ingenioso, traviesos y dedicados a toda huelga y habilidad. Los estatutos de esta agudísima congregación están impresos. El que los pueda descubrir tendrá qué admirar, porque sus ordenanzas, aunque poco prudentes, son útiles, entretenidas y graciosas. Hoy viven todavía dos colegiales que después lo fueron mayores y hoy son sabios, astutos y desinteresados ministros del rey; otro está siendo ejemplar de virtud en una de las cartujas de España; otro pasó al Japón con la ropa de la compañía de Jesús; seis han muerto dichosamente corregidos, y yo solo he quedado por único índice de aquella locura tan loco y delincuente como en aquellos disculpables años3.

Torres dice la verdad en este punto concreto de su autobiografía. Debieron de existir dichos Estatutos, aunque no se haya localizado ejemplar. Sabemos de su presencia por la continua alusión que se hace a ellos en un curioso impreso contemporáneo que lleva por título Expulsión de don Diego de Torres (probablemente de 1727), que reproducimos en uno de nuestros apéndices. Dicho escrito continuamente hace referencia al Colegio o Academia de la Quendada, en el que se centra también el manuscrito de la Biblioteca Moñino de que venimos hablando y reviste un interés grande para conocer todo lo referido a este colegio o academia y, de paso, suministra importante información sobre aspectos relacionados con la biografía y la bibliografía de don Diego de Torres.

Mercadier supone que la fundación de dicho colegio corresponde a la época que Torres pasó en el Trilingüe de Salamanca y que, probablemente, la marcha de este hacia Portugal pudo deberse a una «quendada» más sonada que el resto4. Desde luego, da la impresión de que Torres y sus compañeros de aventuras parodian con esta fundación el sistema de colegios universitarios, con sus estatutos y constituciones, sus cargos y colegiales, tal como se puede observar en el impreso al que antes aludíamos. De la misma forma, la convocatoria de la academia y la correspondiente justa literaria es una suerte de parodia de las que por aquel tiempo se seguían celebrando con cualquier motivo.

No es, sin embargo, la única vez que Torres se refiere en sus obras a este singular colegio o academia. En el Último sacudimiento de botarates y tontos se refiere el Gran Piscator a un tiempo pasado en el que había caído en las redes del hambre y continúa:

¡Válgame Dios! ¡Cómo me acuerdo de aquel tiempo (el pecado sea sordo y salvo sea el lugar) en que era yo pobre de los de tercera especia, y desamparado de cuarta anatema, cuando divertía al estómago rascándole la barriga a la guitarra de mi compañero Gilberto (que Dios haya), que murió peón de letrado en la villa de Cazalla5.

No cabe duda de que este Gilberto es Gabriel Gilberto, uno de los quendos más activos poéticamente, cuyo nombre le sirve a Torres de seudónimo cuando su escapada a Portugal. Un poco más adelante prosigue:

Me hallé de manos a boca con el licenciado Barranco, sopón antiguo y graduado de pícaro in utroque en Salamanca, el cual, en tiempo que yo tenía los cascos más retozones, sirvió de familiar en el Colegio del Cuerno, que fundamos en dicha ciudad los jóvenes aplicados y festivos.

También se acuerdan de dicha actividad en el citado colegio los críticos de nuestro autor, como por ejemplo el padre Isla, que escribe contra Torres, a propósito de sus escasos bienes heredados:

Torres, señor mío, no tiene qué perder, pues de su padre no heredó otra cosa que el engrudo necesario para la encuadernación de sus piscatores y libelos infamatorios. Sus bienes adquiridos se reducen a las mañas que aprendió en el colegio del Quende, donde habiéndose distinguido entre sus concolegas, se vio precisado a refugiarse a Portugal, por no verse en la plaza de Salamanca, como Joaquinillo en la de Madrid6.

Este colegio del Quende o Quendo es el que auspicia la academia de que hablamos. El manuscrito de la Quendada se data en 1718, según se puede leer en su portada, pero en él se recogen composiciones anteriores, una de ellas del año 1709. De la misma manera, el impreso Expulsión de D. Diego de Torres también alude a la fundación (o refundación) de dicho colegio en el año 1710. Luego, las composiciones de la Quendada tal vez haya que situarlas en fecha cercana a ese año y extenderlas en el tiempo hasta el año 1718, en que se localiza cronológicamente otra composición. Pero no acabó ahí su actividad, por otro texto que reproducimos, la Espulsión de don Diego de Torres, sabemos que esta se continuó por lo menos hasta 1727.

Entre sus colegiales, sabemos hoy los nombres de Pedro de Castro y Fajardo, Pedro García, Fernando Nieto, Josef Trinidad, Josef de Castro, Francisco de Villanueva, Josef Romualdo, Alejandro Gallardo, Nicolás Gallardo, Gabriel Gilberto, Andrés Angulo y Juan Lerín7. Todos ellos contribuyen poéticamente a la Academia de la Quendada, algunos con obras de cierta envergadura como La vida del estudiante, de Gabriel Gilberto8, La fábula del dios Júpiter y de la ninfa Io, de Alejandro Gallardo de Bonilla9, o La batalla de la Gudiña, de José Nicolás Gallardo10. Curiosamente, Torres utilizará andando el tiempo al menos dos de estos nombres como seudónimo suyo: Alejandro Gallardo y Gabriel Gilberto.

Muchos de los nombres antedichos son tan perfectamente desconocidos en el panorama literario del momento que no han dejado más rastro que el de sus contribuciones poéticas en este manuscrito. Leandro Gallardo y Bonilla, uno de los más prolíficos autores de versos en este cartapacio de la Quendada, es responsable de buen número de composiciones manuscritas en otro códice del que después hablaremos y también de una obra impresa11. Los demás son difícilmente identificables: probablemente Pedro de Castro y Fajardo sea un doctor de ese nombre, natural de Córdoba y canónigo en Málaga y Sevilla, que escribe sobre las penas y delitos a partir de mitad de siglo; José de Castro es autor de una obra en verso contra el propio Torres12; y el nombre de Juan Lerín con seguridad corresponde a un tal Juan Lerín de Bracamonte, doctor natural de Écija, fiscal de la Audiencia de Sevilla y de la Chancillería de Granada, además de consejero de Hacienda, escribió varios dictámenes hacia 1734. Pero en general es imposible seguir la pista a los otros quendos, seguramente desconocidos en el panorama literario del Setecientos porque sus intereses caminarían por otros derroteros, como sugiere Torres en su Vida.

Muchos son los nombres de este colegio: del Cuerno, de los Quendos, del Quende, de los Quendos de la muerte o Quendos del cuerno, del Toro (así aparece en el manuscrito de la Quendada). Todos, como se ve, igualmente estrafalarios. Tal vez haya que relacionar el nombre de quendo con la definición de la voz cuendo, que se califica como «m. inus. Pujo, […] sensación que consiste en la gana continua o frecuente de hacer cámaras o de orinar, acompañada de dolores»13. Pero como no podemos asegurar que tal significado sea el correcto, preferimos mantener la forma quendo, que es la que prefieren los pocos estudiosos que se han ocupado de él.

Sin embargo, no tiene el manuscrito de que hablamos el único valor de recoger composiciones de mayor o menor mérito de los citados quendos; al hilo de la reunión de ingenios también se convoca una academia con su justa literaria, asuntos, carteles, premios y poemas. Los poetas de esta agrupación concurren a dicha justa con sus composiciones, intentando ajustarse a las normas, pero especialmente a aquella que estipula que no se ha de escribir nada serio.

Torres es poeta amigo de academias y muchas de ellas tienen asuntos burlescos, como la composición que escribió «en la academia que ese hizo en el Colegio mayor de San Salvador de Oviedo de Salamanca», que «se mandó glosar la siguiente quintilla o lo que ella expresa:

Unos indios que jamás

te atendieron, a tus pies

se rinden y donde estás

no oro y plata, sino tres

dones te dan que son más»14

Son muy frecuentes sus contribuciones para asuntos burlescos de academias, «glosas en estilo aldeano» y otros de contenido peregrino que le dan para que glose de repente (p. 326), habida cuenta de que Torres es un repentista y un glosador consumado. Era también amante de concurrir a certámenes de todo tipo, como uno celebrado en Zaragoza (p. 283), otro a la translación de los huesos de san Juan de Mata, donde le corresponde dar el vejamen (p. 286) o a las fiestas poéticas, como la de la colocación de la imagen de San Isidro en su ermita que le hizo el marqués de Valero (p. 295). Es presidente de la academia en casa del marqués de Almarza, con motivo del traslado de un crucifijo a su oratorio (p. 259). Algunas de esas composiciones académicas se asemejan mucho a las que se escribían en la Quendada, por ejemplo: «Redondillas en un asunto de academia. Se mandaron pintar los efectos y accidentes que causaron a un novio la noche de la boda unos polvos purgantes que le echaron en la cena, por cuya causa no se pudo acostar con la novia. Escribió Santiago de Rojas y España» (p. 251); también otros poemas con asuntos escatológicos, como «cuál es más gusto, hacerlas por desconcierto o por presión de purga» (p. 235), que se parece aún más a esta academia burlesca salmantina.

Algunas veces hay en sus poesías alusiones a nombres que habían aparecido antes en la Quendada: «Retirándose a una comunidad de gallegos por ocho días a confesarse, escribió a su amigo D. Gabriel Gilberto Cavaleri estas», que comienzan: «Después, Gabriel amigo». Gabriel Gilberto es, como sabemos ya, uno de los quendos que más aparece en este manuscrito de 1718. Torres le recuerda en la composición que comentamos la época en que ambos compartieron academia y travesuras, probablemente en la academia salmantina:

Tú sabes mis excesos

y de mi mala vida las sandeces,

que en los gustos traviesos

fuiste mi camarada algunas veces,

con que de la bestial incontinencia

resultó el opilarse mi conciencia15.

Otro de estos pícaros, compañeros de academia burlesca, es Leandro Gallardo y Bonilla, secretario de la Quendada y autor de algunas composiciones que se recogen también en este manuscrito. Gallardo es un autor mucho más prolífico, que cuenta con buen número de poemas recogidos en otro manuscrito contemporáneo a este y, al parecer, copiado de la misma mano16. En el manuscrito de la Quendada escribe don Antonio: «Enviado desde Lisboa por D. Eugenio Asensio. Recibido el 27 de enero de 1965»17. Don Leandro Gallardo [y Bonilla] era amigo de Torres, y en su manuscrito se recoge una composición donde se lee «Respuesta de una carta de don Diego de Torres», que empieza «Torres, tu carta no lerda»18.

1.2. Un nuevo manuscrito relacionado con la Quendada y con otras academias salmantinas

Sin embargo, el manuscrito de la Quendada no es el único que nos transmite los poemas y obras dramáticas de estos ingenios escolares salmantinos, entre los que se encuentra Torres. Existe otro manuscrito, por lo menos, que también los recoge, el cual a las alturas de 1944 paraba en poder del poeta y estudioso sevillano Felipe Cortines Murube, quien da noticia —un tanto desordenada— de su contenido19. Se tituló Libro nuevo de varios poemas, para distinguirse de otro, el Libro viejo de poesías diversas, que —según parece deducirse de lo que escribe el autor citado— se contenía en el mismo manuscrito. El Libro nuevo se recopila hacia 1721, pero es evidente que recoge composiciones algunos años anteriores, es decir, sería una recopilación más o menos coetánea de nuestro manuscrito de la Quendada, pero que no ha llegado a conocimiento de los estudiosos de Torres o del teatro escolar salmantino.

Los poemas y obras recogidos en este nuevo manuscrito no denominan en ningún momento a sus autores como «quendos»; sin embargo, son prácticamente los mismos nombres que intervienen en el manuscrito de Rodríguez Moñino, con algún añadido. A todas luces parece que se trata de academias que integran a los mismos ingenios y a otros nuevos, todos de la Universidad salmantina, una vez que ha pasado la de la Quendada. Incluso recoge algunos de los poemas de esta academia, escritos por quendos, aunque ahora no se denominen así y aunque no siempre coincidan las atribuciones, porque en este Libro nuevo de varios poemas aparecen algunos versos que en el manuscrito de los quendos se atribuyen a determinados poetas y en este a otros, como tendremos ocasión de mostrar.

El Libro nuevo de varios poemasLa cátedra de amor20