historia inmediata
Edición al cuidado de Eugenia Huerta
Portada de Anhelo Hernández
Primera edición, 1977
Segunda edición, corregida y aumentada, 1978
Edición digital, 2013
Siglo XXI editores, S.A. de C.V.
ISBN 978-607-03-0469-9
La idea del presente testimonio surgió de la presencia de Domitila Barrios de Chungara en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, organizada por las Naciones Unidas y realizada en México, en 1975.
Allí conocí a esta mujer de los Andes bolivianos, esposa de un trabajador minero, madre de siete hijos, quien llegó a la Tribuna en representación del “Comité de Amas de Casa de Siglo XX”, organización que agrupa a las esposas de los trabajadores de aquel centro productor de estaño.
Sus años de lucha y el reconocimiento de la autenticidad de su compromiso le valieron recibir una invitación oficial de Naciones Unidas para estar presente en aquel evento.
Única mujer de la clase trabajadora que participó activamente en la Tribuna en representación de Bolivia, sus intervenciones produjeron un profundo impacto entre los presentes. Eso se debió, en gran parte, a que “Domitila vivió lo que otras hablaron”, según el comentario de una periodista sueca.
Este relato, que Domitila considera la “culminación” de su trabajo en la Tribuna, es el grito de un pueblo que sufre porque es explotado. Además, revela cómo la liberación de la mujer está fundamentalmente ligada a la liberación socioeconómica, política y cultural del pueblo y que su participación en el proceso se sitúa en este nivel.
No es un monólogo de Domitila consigo misma lo que presento aquí. Es el resultado de numerosas entrevistas que tuve con ella en México y en Bolivia, de sus intervenciones en la Tribuna, así como también de exposiciones, charlas y diálogos que desarrolló con grupos de obreros, estudiantes y empleados universitarios, habitantes de barrios populares, exiliados latinoamericanos residentes en México y representantes de la prensa, radio y televisión. Todo ese material grabado, como también alguna correspondencia escrita, fue ordenado y posteriormente revisado con Domitila, dando lugar al presente testimonio.
Domitila se adapta a las circunstancias concretas en que se encuentra y al público al cual se dirige. Su forma de expresarse en conversaciones personales es bastante distinta de aquella que utiliza en discursos e intervenciones en asambleas o en diálogos con pequeños grupos. Esto explica la diversidad de estilo existente en este texto, la cual puede sorprender a algunos lectores.
El lenguaje de Domitila es el de una mujer del pueblo, con sus expresiones propias, sus localismos y sus construcciones gramaticales marcadas, a menudo, por el idioma quechua que aprendió desde su niñez. A propósito he mantenido este lenguaje que forma parte intrínseca de su testimonio y aporta a la literatura una muestra más de la riqueza contenida en la expresión popular.
Es bastante escasa la documentación escrita a partir de experiencias vividas por gente del pueblo. En este sentido, este relato puede llenar un vacío y constituir un instrumento de reflexión y orientación, útil a otras mujeres y hombres entregados a la causa del pueblo en Bolivia y en otros países, particularmente de América Latina.
Este libro es, por lo tanto, un instrumento de trabajo. Domitila aceptó dejar su testimonio en la perspectiva de “aportar un granito de arena, con la esperanza de que sirva para la generación nueva”. “Porque —dice ella— es importante tomar experiencias de nuestra misma historia” así como también de “la experiencia de otros pueblos”. Y para eso, “debe haber testimonio” que sirva para “reflexionar sobre nuestra acción y criticarla“
La escuela donde se ha forjado Domitila es la vida del pueblo. En el monótono y duro trabajo cotidiano de ama de casa de las minas descubrió cómo el trabajador no es el único explotado, ya que, por efectos del sistema, lo son también ella y su familia. Esto la motivó a participar activamente en la lucha organizada de la clase trabajadora. Junto con sus compañeras, vive en carne propia las derrotas y triunfos de su pueblo. Y a partir de eso interpreta la realidad. Todo lo que comenta es vida y proyección.
Domitila no pretende presentarnos un análisis histórico de Bolivia, tampoco del movimiento sindical minero o del Comité de Amas de Casa de Siglo XX. Sencillamente narra lo que ha vivido, cómo lo ha vivido y lo que ha aprendido para continuar en la lucha que ha de llevar a la clase obrera y al movimiento popular a ser dueños de su destino.
Sin embargo, son pocos los testimonios de un hombre o una mujer de la mina, de la fábrica, del barrio marginado o del campo, donde el protagonista no solamente narra la situación en que vive, sino que está consciente de las causas y mecanismos que crean y mantienen tal situación y está comprometido en la lucha por cambiarla. En este sentido sí, el testimonio de Domitila contiene elementos para un análisis histórico profundamente innovador, porque expresa una interpretación de los hechos a partir de una visión popular.
Por eso es primordial, para no desvirtuar este relato, permitir hablar a una mujer del pueblo, escucharla y procurar entender cómo vive, siente e interpreta los acontecimientos.
Nada de cuanto está aquí consignado es ajeno a la realidad de Bolivia. Porque el itinerario personal de Domitila se inscribe dentro de la gran trayectoria de la clase trabajadora y del pueblo boliviano.
Éste fue el motivo que me llevó a dividir el libro en tres partes: la primera, donde Domitila describe “su pueblo”, las condiciones de vida y de trabajo del hombre y de la mujer de las minas y su integración al movimiento obrero organizado. La segunda, donde narra “su vida” personal relacionada con los acontecimientos históricos de su pueblo. La tercera, que presenta el panorama de las minas en “1976”, especialmente después de la huelga sostenida por los mineros en los meses de junio-julio.
Quiero aquí expresar mi admiración y mi agradecimiento a las mujeres de las minas de Bolivia que, en la persona de Domitila, nos dan la oportunidad de conocer y comprender mejor el temple de la clase trabajadora boliviana y de las mujeres que, desde Bartolina Sisa, Juana Azurduy, María Barzola, no cesan de luchar por la verdadera libertad de su pueblo.
También quiero agradecer a todos los amigos, compañeras y compañeros que, de distintas formas, han colaborado para que este testimonio se vuelva una realidad.
Que hable Domitila.
M. V.
30 de diciembre de 1976
La extraordinaria difusión que este libro ha tenido desde el momento en que apareció, provocó también la reacción de algunos grupos que intentaron deformar la orientación y el contenido del texto. Domitila Barrios de Chungara ha escrito a la Editorial pidiendo se incorpore una última conversación mantenida en La Paz en marzo de 1978 con la autora del libro, Moema Viezzer.
“Así como está el libro es mi verdadero pensamiento actual y la expresión que yo quiero darle. Lo he leído y estoy conforme en cuanto al contenido y también al método de trabajo que hemos utilizado. Quiero decir que estoy de pleno acuerdo para que se siga publicando el libro así como está y que sirva realmente este aporte que hemos querido dar.”
Domitila Barrios de Chungara
RESULTADO DE LAS ENTREVISTAS MANTENIDAS ENTRE DOMITILA Y MOEMA EN MARZO DE 1978
M.—Domitila, has manifestado el deseo de hacer algunas aclaraciones con relación a ciertas interpretaciones de tu testimonio. ¿Qué te gustaría decir?
D.—Bueno, en primer lugar, lo que yo pienso es que el libro es un relato, y se lo debe leer en forma global. No sacar un párrafo suelto, y ponerlo de acuerdo a su pensamiento o a su forma de ser, sino que el libro está todo relacionado y uno tiene que leer el trabajo comprendiéndolo desde el principio hasta el fin. También pienso que este relato puede ser un texto para análisis y crítica, pero no se trata de buscar en él un lineamiento teórico en sí. Es un relato de mi experiencia.
Por ejemplo, respecto al partido, aun cuando en mi testimonio me he referido más al sindicato, yo pienso que en sí, la lucha por la liberación del pueblo la debe manejar un partido que sea realmente de los oprimidos y explotados que son los trabajadores. O sea, que nosotros tenemos que tener nuestro propio partido y nosotros tenemos que encaminarlo, ¿no? Ahora, con mi poca visión que yo tengo de la realidad boliviana, no porque no quiero tenerla, sino porque los medios no están a mi alcance, yo creo que es necesario integrar a los intelectuales con nosotros. Porque nosotros no queremos hacer nuestra lucha apartada, los obreros y campesinos nomás, sino que tiene que estar la gente intelectual. Pero siempre tienen ellos que estar acomodados a nuestra realidad, aplicando correctamente la teoría marxista-leninista a la realidad del país. Y el partido tiene que estar hegemonizado por la clase obrera y los campesinos. Y también tienen que participar los otros sectores populares. Me hicieron notar que en mi testimonio yo no menciono, por ejemplo, a los barrios marginados. Es cierto que yo desconozco mucha realidad de nuestro país. Me imagino a veces, cuál debe ser la situación de los barrios marginados. Pero en sí, no, yo no he vivido con ellos. Sé que su situación es mucho más arruinada que la de nosotros, los mineros y entonces pienso: si los mineros viven en tan bajas condiciones de vida… ¿qué será de la situación de los campesinos, de los barrios marginados y toda esa gente que no he llegada a conocer? Pero yo no quiero hablar de una manera puramente teórica de mi pueblo. Por eso es, quizás, que yo no haya mencionado a algunos grupos, porque yo no los conozco. ¿Qué podría yo decir de aquel barrio marginado, de aquella compañera campesina si no los conozco? Yo no quiero hablar sólo teóricamente. Quiero conocerlos.
M.—Algunas personas dicen que das a entender que con el socialismo se resuelven todos los problemas de la liberación de la mujer.
D.—No. Lo que yo pienso es que el socialismo, en Bolivia como en cualquier país, será el mecanismo que creará las condiciones para que la mujer alcance su nivel. Y lo hará a través de su lucha, a través de su participación. Y será obra de ella misma también su liberación.
Pero yo pienso que en este momento es mucho más importante pelear por la liberación de nuestro pueblo junto con el varón. No es que yo acepte el machismo, no. Sino que yo considero que el machismo es también un arma del imperialismo, como lo es el feminismo. Por lo tanto, considero que la lucha fundamental no es una lucha entre sexos; es una lucha de la pareja. Y al hablar de la pareja, hablo yo también de los hijos, de los nietos, que tienen que integrarse, desde su condición de clase, a la lucha por la liberación. Yo creo que esto es lo primordial ahora.
M.—¿Quieres decir algo sobre la metodología empleada en la elaboración y aplicación de Si me permiten hablar…?
D.—Sí. Yo quisiera recalcar eso, ¿no? Yo he sido entrevistada por centenares de periodistas, de historiadores, de mucha gente que ha venido con televisiones, con películas, de diferentes partes del mundo a entrevistarme. Y en la misma forma sé que vienen antropólogos, sociólogos, economistas, a visitar el resto del país, a estudiar. Pero de todos esos materiales que se llevan, son muy pocos los que han regresado al seno mismo de la clase, al pueblo, ¿no? Entonces yo quisiera pedir a toda aquella gente que en sí piensa que quiere colaborar con nosotros, que todo aquel material que lo han llevado, lo hagan volver a nosotros, como tú lo has hecho con este problema de la metodología que tú utilizas, ¿no?, Para que sirva al estudio de nuestra propia realidad. Si me permiten hablar… ha de servir al pueblo porque está regresando al seno mismo del pueblo. En la misma forma yo pienso que las películas, documentos, estudios que se hacen sobre la realidad del pueblo boliviano, deben regresar también al seno mismo del pueblo boliviano para ser analizadas, criticadas. Porque si no, seguimos igual y no hay un aporte que nos ayude a comprender mejor nuestra realidad y a solucionar nuestros problemas. Son muy pocos, son contados los trabajos que han servido a esto.
Por esto yo quiero decir que estoy conforme con el método de trabajo que hemos utilizado. Pienso que es correcto que Moema haya captado y no haya cambiado lo que yo quise decir y quise interpretar. Ojalá que en Bolivia y en otros países se recojan las experiencias del pueblo no solamente para elaborar teorías a nivel intelectual, para elaborar teorías foráneas, sino que sirva, como dice el título que le pusiste al libro, para que se le permita hablar al pueblo.
Y principalmente quiero referirme, en el método de trabajo empleado, a eso: que después de transcribir y ordenar las grabaciones, este testimonio vuelve ahora a la clase trabajadora para que en conjunto: obreros, campesinos, amas de casa, todos, incluso la juventud y los intelectuales que quieren estar con nosotros, recojamos las experiencias, analicemos y notemos también los errores que hemos cometido en el pasado, para que, corrigiendo estos errores, nosotros podamos hacer mejores cosas en el futuro, orientarnos mejor, encaminarnos mejor a ver la realidad de nuestro país y crear nosotros mismos los instrumentos que hacen falta y mejorar nuestra lucha para liberarnos definitivamente del imperialismo e implantar el socialismo en Bolivia. Yo creo que éste es el principal objetivo de un trabajo como es este libro.
Domitila Barrios de Chungara
Moema Viezzer
HABLA DOMITILA
La historia que voy a relatar, no quiera en ningún momento que la interpreten solamente como un problema. Porque pienso que mi vida está relacionada con mi pueblo. Lo que me pasó a mí, le puede haber pasado a cientos de personas en mi país. Esto quiero esclarecer, porque reconozco que ha habido seres que han hecho mucho más que yo por el pueblo, pero que han muerto o no han tenido la oportunidad de ser conocidos.
Por eso digo que no quiero hacer nomás una historia personal. Quiero hablar de mi pueblo. Quiero dejar testimonio de toda la experiencia que hemos adquirido través de tantos años de lucha en Bolivia, y aportar granito de arena con la esperanza de que nuestra experiencia sirva de alguna manera para la generación nueva, para la gente nueva.
Quiero decir también que considero este libro como la culminación de mi trabajo en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer. Allí teníamos pocos momentos para hablar y comunicar lo mucho que hubiéramos deseado. Y tengo la oportunidad de hacerlo ahora.
Finalmente quiero esclarecer que este relato de mi experiencia personal y de la experiencia de mi pueblo, que está peleando por su liberación —y a la cual me debo yo—, quiero que llegue a la gente más pobre, a la gente que no puede tener dinero, pero que sí necesita de alguna orientación, de algún ejemplo que les pueda servir en su vida futura. Para ellos acepto que se escriba lo que voy a relatar. No importa con qué clase de papel pero sí quiero que sirva para la clase trabajadora y no solamente para gentes intelectuales o para personas que nomás negocian con estas cosas.